Guía zurda de Bogotá I


Comentario Preliminar

Por ser este su espacio natural, he decidido publicar en varias entregas semanales las veinticinco crónicas breves (casi epigramáticas) que conforman mi "Guía zurda de Bogotá". Esta es la mejor forma que encontré para compartir con los viajeros virtuales de la palabra (que se acercan ingenuos al blog del peatón), el tormentoso amor que tengo por mi ciudad . Doy gracias a todos ustedes por su deferencia.

INTRODUCCIÓN

“…buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio”
Italo Calvino, “Las ciudades invisibles”.

Bogotá no es sólo una ciudad. Es una ciudad múltiple como la inflorescencia de una espiga de trigo. En efecto, contiene ciudades sutiles, escondidas, continuas e invisibles como las descritas maravillosamente por Italo Calvino. También las hay políticamente correctas e incorrectas, aburridas, tristes, encantadoras, insulsas y sórdidas. Pero al igual que la mujer del alma, la ciudad de nuestros afectos ha de ser amada integralmente; sin beneficio de inventario. Con lo bueno y con lo malo que, al final, siempre arroja un saldo positivo en el balance consolidado del corazón. 

No puedo, en consecuencia, dejar de nombrar los lugares sórdidos o escondidos de mi ciudad que me han producido estremecimientos. Por tal razón es zurda esta guía que les presento. Pero también lo es por mi tendencia natural a servirme preferentemente de la mano izquierda según reza el diccionario. Y sigo siendo zurdo a pesar de mi maestra de primer grado en el Colegio Calasanz, que me golpeaba con una regla en la mano izquierda para arrancarme de raíz (seguramente con la mejor intención) mi proclividad a lo siniestro. Y ya que estoy haciendo estas confesiones tan inquietantes, debo admitir que a punta de reglazos aprendí a escribir con la mano derecha. Pero una vez libre de la represión de mi profesora, y por pura rebeldía, jamás volví a utilizar la diestra. Lo cierto es que aparte de mi horrorosa caligrafía, creo no tener otras deformaciones en el carácter atribuibles a la férula de la señorita Rodríguez. Sin embargo, así es como en ocasiones el destino de un sujeto queda signado.

Pero volvamos a lo importante. Esta atrevida guía zurda de Bogotá, creo haberlo dicho, no hará referencia a la ciudad editada sin mugre en las melifluas guías de turismo, sino a la ciudad visceral, más humana si se quiere, que subyace bajo la piel desgarrada del altiplano. Que no se llame a engaño el lector que esperaba encontrar referencias al centro comercial lujoso, a la zona rosa, al Country Club, en fin, a lo previsible y aburrido.

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