Pequeñas narraciones intrascendentes IV


El Peatón cuenta que...
En Bogotá es insufrible el tránsito. Es tan poca la movilidad, que los conductores pueden hacer compras en la vía pública mientras padecen los trancones. Así es como en los cruces más congestionados de la ciudad los malabaristas del rebusque, los marginados por la avaricia del sistema se niegan a morir de hambre. Entonces venden libros de ediciones piratas, accesorios para celular, frutas de temporada, juguetes de todos los tamaños, fajas para la silueta, acrobacias de saltimbanqui, en fin, algo de dicha al detal. En el semáforo de la avenida séptima con Pepe Sierra una muchacha de cabellos infinitos, ojos luminosos y sonrisa de luna, vende dulces. Es tal su belleza, que los conductores sucumben a su canto de sirena de tierra firme, y comienzan a girar como satélites al rededor del semáforo, hasta que de tanto ir y venir comprando dulces, acaban con su dinero y pierden el rumbo para siempre. Sólo algunos conductores se salvan. Generalmente van acompañados por sus esposas, cuyas miradas glaciales neutralizan el hechizo de la muchacha.
Las autoridades no han encontrado explicación a tal portento. Pero al fin y al cabo no tienen afán, pues consideran que la movilidad de Bogotá no tiene cura.
Créditos foto: www.morguefile.com

Comentarios

  1. Darío, encantadora narración donde uno no se da cuenta cuando abandona la realidad y comienza la imaginación. Debe de ser muy hermosa esa "sirena de tierra firme", ¿no?

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  2. Pasare un poco menos raudo, al ritmo de la caótica movilidad bogotana para contemplar incrédulo la mágica belleza de quien ofrece un turrón proveniente del Edén a los afanados conductores, los peatones con la pata al suelo e incluso a las gélidas esposas de los sorprendidos Adanes. Gracias por el dato.

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  3. Dario:La hermandad nos unifica, esto quiere decir, que tanto México, como Colombia, y no me extraña que otros tantos países latinos, sufren las colas interminables de los automóviles (que deberíamos llamar autoinmóviles),las compras en ruedas, los payasitos tristes y de vez en cuando las "mamacitas" (como dicen por acá), alborotando a los gallos.
    Lo que no me explico, es porqué no se concientizan los automovilistas, de que llegarían más rápido si se compraran una bicicleta o de plano se van a piea sus respectivos destinos.
    Bueno, por lo pronto te mando cariñitos: Doña Ku

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