“HAY GOLPES EN LA VIDA, TAN FUERTES…”




"Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!"

César Vallejo, LOS HERALDOS NEGROS


Por estos días en que aún está vigente la solidaridad con el pueblo haitiano víctima del cataclismo, con los mineros chilenos, y con las víctimas más recientes de las avalanchas en Colombia y México, así como de las inundaciones en Centroamérica y el Caribe (para no ir más lejos de nuestro gran continente americano), nos preguntamos con impotencia dónde está Dios; si es que tal vez se halla en vacancia celestial, o es que sus compromisos están sólo con los poderosos; en fin, blasfemias de índole parecida producto de nuestra rabia momentánea, pero que repiten cada mañana los olvidados de Dios con justa razón. Y permaneceremos indignados y compungidos durante unos días más, unas semanas quizás, hasta que los noticieros dejen de pasar las imágenes dramáticas de las catástrofes humanitarias y olvidemos el asunto; o nos suceda como con nuestros desplazados por la violencia, que de tanto verlos en los semáforos se nos volvieron invisibles, o se integraron al paisaje de fondo, lo cual es peor.

Pero mientras eso pasa, mientras aun tenemos a flor de piel la caridad cristiana, la solidaridad, o el sentimiento de culpa por ser tan privilegiados, o lo que sea que mueva nuestra humanidad mediática, cualquier ayuda será valiosa. De manera que toca movilizarse con los aportes humanitarios, a despecho del predicador gringo que afirmó que los haitianos tienen bien merecido su castigo por negros, por pobres, por ser comedores de tortas de barro con aceite y sal, y por pecadores, en ese orden, o todo lo contrario, que para el caso lo mismo da. Toca, digo, ser solidarios con los haitianos, con los chilenos, con los centroamericanos, con los caribeños, con los antioqueños, con los mexicanos, pero también con nuestros desplazados hermanados con aquellos por la miseria y la desesperanza, así nos consideremos inocentes de la venganza de la naturaleza o de la avaricia de nuestros gobernantes. De modo que no podemos darnos el lujo de rechazar por dignidad los cien mil pesos recaudados en el té canasta farisaico de las damas encopetadas, ni menospreciar los diez mil pesos del esfuerzo de un trabajador (que puede ser su salario de un día). Todo sirve. Hay que aprovechar que la solidaridad está de moda. Saquemos del armario y desempolvemos nuestra generosidad. Y, claro, llevémosla a pasear hasta la Cruz Roja.

Créditos foto: archivo de “El Espectador”

Comentarios

  1. Peatón, es cierto. Mientras la solidaridad y la conciencia de la injusticia social se interiorizan en las almas de la gente, aunque sea por SNOB que ayuden a tanto damnificado por ahora visible gracias al despliegue mediático de la tragedia.

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  2. Pobre gente esa de Antioquia. Me dió mucha tristeza ver en la televisión a un niño que lloraba la desaparición de su compañerito del colegio. "jugábamos fútbol en el recreo, pero él ya no va a jugar más"

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  3. Dolores, Don Danilo, lo importante es que cuando se acabe el despliegue mediático, sigamos reconociendo a las víctimas inocentes de las tragedias humanitarias, ya sean de catástrofe natural o de bala.

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  4. Que te puedo decir querido sobrino, este ha sido un año particularmente duro y triste, no sólo para Colombia, Chile,Brasil o México, sinotambién para casi todas partes del mundo. Ya sabemos que las catástrofes naturales se han manisfestado en forma de Sismos, huracanes,incendios o inundaciones.
    Estos problemas, de los que sabemos no somos inocentes,provocan miedo y en consecuencia se multiplican los manifiestos multitudinarios, los ataques y los crímenes y los robos. Lo que hace más dificil la vida en el planeta.
    Ojalá que el hombre pudiera entender que este es un tiempo de ayuda,de humanidad y amor a los demás, pero sobretodo a la tierra.
    Con mi cariño: Doña Ku

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  5. Tía Ku, se me ocurre que las sabias palabras del evangelio: "ama a tu prójimo como a tí mismo", deben entenderse justamente en ese contexto holístico y ecológico. Amar a la madre tierra que nos contiene a todas las especies, inclusive a la más peligrosa, la especie humana.

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  6. Y a todas estas, ¿Dónde andará el peatón?. ¿Por qué su silencio de estos días?

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