Buzón de correspondencia devuelta




Hay cartas que nunca  se escribieron,  cartas que nunca se enviaron y cartas que nunca llegaron. Hay asimismo cartas que nunca se leyeron, cartas ficticias con motivaciones reales y cartas reales con motivaciones ficticias, epístolas, en fin, que regresaron, después de un periplo por la  imaginación afiebrada del peatón, al buzón de correspondencia devuelta.

“La experiencia de muchos años en la crónica de éste género me dice que el lunes es el día del suicidio.”  Felipe González Toledo

Esta carta fue encontrada en el bolsillo  del uniforme camuflado de un  soldado  mutilado, que, estando en terapia de rehabilitación y sin mediar aviso, intentó pegarse un tiro.

“Mi teniente Soler:

Ayer en el circo supe que la amaba.  Disculpe que sea tan directo. Pero usted es mujer antes que oficial. En otras circunstancias no me habría atrevido a escribirle estas letras, y menos aún a decírselas, no tanto por temor a  la sanción por irrespeto a un superior, como por miedo a destrozar el último jirón que me resta de la víscera cardíaca. Mas ya nada importa. Al fin y al cabo, como reza mi historia clínica, soy un esquizoide lánguido e inestable. Y la locura, como el amor, justifican la insensatez.

Durante los últimos seis meses mi vida -o lo que me dejaron de ella- ha sido pasto de médicos, fisiatras, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos y psiquiatras que intentan, con la mejor voluntad, recomponer los pedazos del cuerpo y del alma que un maldito día salieron a volar por cuenta de una mina antipersonal. Y todo por defender a la patria, una señora que no conozco y que tampoco ha venido a visitarme al hospital. A no ser que la patria sea una de esas damas encopetadas que vienen a entregarnos regalos y hacerse fotografías con nosotros en navidad. Pero no creo. Jaramillo dice que la patria es un periódico de Manizales. Patiño sostiene en cambio que la patria, como el escudo, el himno  y la bandera, son páginas inertes de los textos de escolares  que nadie sabe interpretar.  Ambos coinciden, sin embargo, en que la patria es sólo un papel. ¡Que no los oiga mi sargento!

El hecho es que desde hace tiempo el personal del hospital viene y me pregunta, me lleva y me trae, me sondea, me ausculta, me sube y me baja, me inyecta, me diagnostica y me aconseja. Pero sólo usted, mi teniente, sólo usted me toca con sus dedos turgentes como gajos de mandarina; sólo usted  me roza con su epidermis de canela fresca. Sólo usted estimula y ejercita mis miembros mutilados con sus manos tiernas pero vigorosas como palmas de cera del Quindío. Hermosa profesión la suya mi teniente. No debería llamarse fisioterapia sino “caricioterapia”,  “abrazoterapia” o algo por el estilo. Por eso mi ilusión de cada día está puesta en nuestra cita con el sentido del tacto.

Y ayer domingo, cuando nos llevaron al circo de los "Hermanos Gasca" usted estaba más bonita que nunca, mi teniente. A pesar del camuflado y la bata, yo había adivinado desde antes  la sutileza de sus redondeces. Pero ayer, al verla con su traje azul celeste pude contemplar en todo su esplendor la belleza de los astros que la adornan.  Soy cursi, mi teniente,  y no tengo remedio. Era soñador antes de prestar el servicio militar.

Usted se sentó a mi lado en la primera fila y en seguida aparecieron, como por arte de birlibirloque, los acróbatas del trapecio. Eran dos hombres de blanco y una muchacha  menuda con un vestido brillante y diminuto, parecido al empaque de un caramelo de menta.  La  niña se lanzó al vacío y dejó a merced del suelo la fragilidad de sus sueños. Yo cerré los ojos dando un grito de espanto. Entonces sentí su aroma de hembra espléndida y la firmeza de su mano apretando la mía. Tranquilo, me dijo.   Yo supe entonces que la amaba, mi teniente. Cuando abrí de nuevo los ojos, la muchacha del trapecio sonreía nerviosa ante el público expectante, como quien ha vuelto indemne a la vida despues de haberse asomado por un instante al infinito.

Hoy lunes me ha informado mi capitán que pronto me darán de alta. Eso quiere decir que no  volveré a verla, mi teniente. Muy probablemente me atenderá en el futuro otra fisioterapeuta en  un dispensario de sanidad más cercano a mi domicilio.  Ayer, cuando usted tomó mi mano, sentí que me rescataba de mi salto al vacío. Hoy me dicen que debo saltar a mi nueva vida amputada sin contar con sus brazos para que me acojan al otro lado del trapecio. Y yo no veo por ninguna parte una red protectora. Mejor acabo con el fragmento de vida que me han dejado después del horror, y que sin usted no vale la pena.  Perdóneme, Amanda, no fui su mejor paciente. Adiós.”

Soldado Oquendo


El incidente, por fortuna, no causó daños que lamentar. El arma se disparó antes de lo previsto, impactando en el techo del pabellón. El soldado fue rápidamente controlado y luego sedado.  Al despertar, encontró en sus manos la siguiente nota:

“Soldado Oquendo:

 Si de algo le sirve, para mí, usted y yo somos frutos valiosos de esa señora a la que usted llama patria. Cuente con mis manos vigorosas como palmas de cera del Quindío para recibirlo al otro lado del trapecio. Ah, y recuerde que la palma de cera es nuestro árbol nacional.”

Teniente Amanda Soler


BONUS TRACK

"Señor Secretario de Movilidad:


Ayer jueves, “día oficial sin carro”, aproveché la oportunidad para echar quimba y plantearme mientras caminaba, como los peripatéticos, varios interrogantes acerca del transporte público de Bogotá. He aquí algunos de ellos:


¿Cuál es el poder de la mafia del transporte público que ha intimidado a nuestros alcaldes durante los últimos cuarenta años, obligándolos a plegarse a sus intereses mezquinos por encima del bien común?


¿Por qué razón tenemos que soportar los usuarios del transporte urbano la agresión permanente de los conductores con sus excesos de velocidad, sobrecupos, guerra del centavo, paradas en la mitad de la calzada para recoger y dejar pasajeros, poniendo en peligro nuestras vidas?

¿Por qué el irrespeto de tales conductores a las normas de tránsito,  y dueños de buses que permiten operarlos en pésimo estado de mantenimiento e higiene que atentan contra la integridad de las personas, sin que las autoridades tomen cartas en el asunto?


¿Por qué pagan tan mal a los conductores, que a su vez son víctimas de la avaricia de los empresarios?


¿Por qué razón las entidades de control no han propiciado un debate de cara a los usuarios, donde se nos diga cómo es el negocio de los transportadores privados con el Transmilenio, que a su vez presta un servicio tan precario?


¿Es verdad que los Bogotanos pagamos con nuestros impuestos el mantenimiento de las vías, portales, estaciones, vigilancia, etc, del Transmilenio, y que los zares del transporte, dueños de las empresas que operan los articulados, se quedan con las ganancias del pasaje, -bastante caro- que nos cobran?


¿Por qué razón en Bogotá, el Transmilenio no tiene tarifas preferenciales para estudiantes, viajeros frecuentes y adultos mayores, como si las tiene el metro de Medellín?.


Seguramente nadie le pondrá bolas a los cuestionamientos de este ciudadano de a pie, cuyo único patrimonio son sus juanetes. Pero alguien tiene que hacerlos, y aunque no sirva de nada, yo vocifero y me quejo ante las pobres muchachas de las taquillas -que no tienen la culpa del mal servicio-, y mi grito inocuo es como una cataplasma para aliviar temporalmente los dolores de la frustración.


Uno escucha con atisbos de incredulidad -aunque en este país ya nada nos sorprende- a los empresarios del transporte, exigiendo a las autoridades la condonación de las multas por infracciones de tránsito, como requisito para prestar el servicio público esencial al que están obligados; y entonces uno comprende, ya sin asombro, que en este país las relaciones entre los poderosos y el Estado se basan en la extorsión: yo te elijo si me das el contrato, yo sapeo si me pagan, yo digo donde está el alijo si me rebajan la pena, yo saco el bus a trabajar si no me cobran la multa por irrespetar el semáforo en rojo que le costó la vida a la niña, en fin, perlas por el estilo.


Hay entre los zares del transporte público más de un avivato en el sentido que indicó alguna vez Alberto LLeras Camargo: “Es un tío que resuelve todos sus problemas e invita a los demás a resolverlos por medios que están apenas al borde de la ley, y en ocasiones por debajo de la ley penal, pero en un sitio que no es fácil de descubrir”. Con tíos así, creo que es mejor seguir echando quimba, a pesar de los juanetes."


Juan Crisóstomo Gómez





créditos foto: de Korgan www.flickr.com

Comentarios

  1. Siempre que oigo algo a cerca de la guerra, pienso en la madre aquella que apareció en la TV, mientras recibía la bandera triangulada, en donde se notaban las barras y las estrella.
    Ella,con los ojos hinchados y apartando su triteza por un momento, sonrió orgullosa, mientras declaraba: "Nunca imaginé que, cuando salimos mi marido, mi hijo mayor ( que entonces tenía 8 meses) de Agua Prieta Sonora para emigrar acá, a Atlanta Georgia, íbamos a tener el honor de que tanto mi hijo, nacido en México, cómo los otros dos que nacieron aquí, en los Estados Unidos, fueran heroes de este glorioso país y dieran sus vidas en aras de la libertad"
    No tengo nada que agregar.
    Te quiero, sobrino: Doña Ku

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  2. Y no hay nada que agregar, tía ku. Contundente el dicho doloroso de esa pobre madre. El epítome del absurdo. Muchas familias colombianas que emigraron a EUA, huyendo de la violencia y la desesperanza, sacrificaron a sus hijos que fueron carne de cañón en Irak y Afganistán. ¡Qué triste ironía!

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  3. Ay, Dario, que lírica la carta del soldado. Un verdadero poeta dentro de su tragedia. Yo de esa teniente quedaría prendada.

    Ah, y ojalá te mejoren el transporte en tu ciudad.

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  4. Buenas tardes Don Hernan

    Con permiso

    Y si señor, aguas agitadas por todas partes. Pero bien, me gustan las causas perdidas, he de confesar que son mis favoritas. ¿El problema? Un señor con canas en la barba que nisiquiera dice las cosas de frente y usa pseudonimos para criticar lo que hacen los demas, hablando a traves de sus frustraciones personales, ademas del proselitismo salvaje e irrespetuoso que realiza para sentirse famoso y popular. ¿Sorprendido? NO...¿Furioso? Claro!!! Igual, esta frase:

    Si quieres amar, ama. Si quieres odiar, pues odia. Ese es tu derecho de vida.

    Sobre esta entrada:

    Primero la carta del soldado. Es muy enternecedor, pues el soldado utiliza ese precario lenguaje militar, pero cada vez que habla de ella, la poesia enaltece su sentimiento y pues, tambien se pone uno en los pantalones del tipo, y es tremendo. Terrible.

    Y el bonus track:

    Esta frase:

    "Si una mujer pública es una prostituta... ¿por qué un hombre público es un político?"

    Porque, (Con todo el respeto que se merecen las trabajadoras sexuales, que estan por ecima de los politicos) Estos señores se venden al mejor postor. Se dejan manosear y manosear tambien las leyes, los derechos, la opinion del pueblo, a cambio de dinero. Y es peor, una prostitua trabaja con su propio cuerpo. Un politico puede perjudicar miles, millones. Como dijo el señor Alvaro Salom Becerra.(Favorito personal) "Al pueblo nunca le toca" Y si le toca, sera ..a pata!!!!

    UN GRAN SALUDO.

    STAROSTA
    (UN PRODUCTO DE SU IMAGINACION)

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  5. Dolores, si, le salió la vena poética al muchacho desde el fondo de su tragedia.

    Satarosta, me hizo acordar de un silogismo -no sé de quien, sólo se que no es precisamente de Horacio- que aprendí en la Universidad, y que reza: "Si pública es la mujer que por puta es conocida, república ha de ser la mujer más corrompida. Y siguiendo el silogismo de esta lógica absoluta, todo aquel que se reputa, de república ser hijo, ha de ser a punto fijo, un grandísimo hijueputa"

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