Pasaje redondo (cuento) pseudo odisea por entregas, (II) segunda entrega



EL ARRIBO
"La cuestión es moverse..."
R:L: Stevenson

Como nadie vino a recogerme al aeropuerto y además andaba escaso de dinero, compartí el taxi con una mujer joven, quizá panameña, que también se dirigía al Doral. Había oscurecido y llovía una barbaridad. Durante el trayecto permanecimos en silencio, mirando como discurría la “Dolphin expressway” bajo una cortina psicodélica de gotas iluminadas por los faros del taxi. No me atreví  a establecer una conversación frívola con la muchacha, pues noté que soportaba sobre sus hombros una carga dolorosa, de la cual no pudo librarse con el viaje. Sin embargo, contrariando mi principio rector de no inmiscuirme en asuntos ajenos le dije, por decir algo, que el tiempo siempre se encarga de corregir los errores del azar. Ella  simplemente me devolvió una sonrisa entre confusa y triste.

No es cierto que el emigrante viaje ligero de equipaje. Va por el mundo con su matalotaje de recuerdos, alegrías, angustias y esperanzas que van a recalar en las playas evanescentes de la incertidumbre. Pensé entonces que resultaba paradójica nuestra entrada al "paraíso" donde, según dicen, ingresan las almas en trance de recibir la felicidad eterna.  Instintivamente palpé mis bolsillos para  constatar la presencia de mi pasaje de regreso. 

Miami no es una ciudad concebida para los peatones.  Tampoco para los temperamentos reflexivos.   Es una hembra sin párpados, extendida en su inmensidad sin prominencias, siempre dispuesta a dejarse poseer por sus habitantes que la llenan con murmullos de motores y de ruedas que producen vértigo a los espíritus elementales. 

Conque al llegar al destino de la muchacha, dividimos la cuenta excesiva de cincuenta dólares, despaché el taxi, e hice mi último tramo a pié.  Caminé algo más de dos millas por Doral Boulevard hasta la casa de mi hermana, cuya ruta conocía, arrastrando mi equipaje bajo una lluvia insulsa que me empapó hasta los tuétanos.  Al llegar, me senté en el pretil de su domicilio a esperar.  Mientras rumiaba la húmeda vigilia vino a mi memoria, no sé por qué, una historia leída de niño en la revista Billiken sobre Alvar Núñez Cabeza de Vaca,  explorador de la Florida, quien perdió a muchos de sus hombres en las fauces de los cocodrilos que se crían en el clima insalubre de los pantanos.  Medio dormido imaginé a los desgraciados impotentes, devorados en la espesura de los everglades. Cuando llegó mi hermana,  las ilustraciones de la Billiken se diluyeron en mi mente, como borradas por la lluvia, y su abrazo insustancial de bienvenida me recordó la levedad del ser.

(continuará en la próxima entrada)

créditos foto: by Piutus, IMG_1207, www.morguefile.com

Comentarios

  1. ¡Ay!, Darío me hiciste acordar de la Billiken, "enciclopedia" de mi infancia. (cómo será de vieja) JAJAJAJA, en fin, lindo relato. Estaré pendiente.

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  2. Por la revista Bulliken conocí a Emilio Salgari. Los de mi generación, como los de la tuya, le debemos mucho a ese filón de la imaginación.

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