Los hombres serpiente



 (Paso del Ángel, Boyacá, foto de H. Darío Gómez A.)
Somos de la estirpe de la primera mujer.  Los invasores que ingresaron por el norte nos llamaron hombres-serpiente, pero entre los nuestros éramos conocidos como güechas adoradores del agua.  En efecto,  somos los protectores de las lagunas. Desde la cuna fuimos  criados para su adoración y servicio;  somos por virtud de nuestro origen, los  guardianes de la sustancia vital de nuestro pueblo.

Los guerreros  incoloros llegaron a la sabana durante el mes del crecimiento del maíz. Por esa época nos ocupábamos en nuestra ceremonia de correr la tierra[1]. Aprovechando nuestra ausencia, los invasores vejaron a las mujeres de nuestro pueblo que, indefensas, se vieron obligadas a indicarles la ruta del santuario del agua. Para su propia ruina, los extranjeros lograron encaminarse hacia su objetivo.

Nosotros veníamos de las montañas de Pasca trayendo el oro  comerciado con los bravos Sutagaos  por  sal y otros géneros - que sería utilizado para agradar a la diosa Sie en nuestras abluciones sagradas-,  cuando al llegar al valle de Ubaque nos topamos con la avanzada de la hueste  invasora.  Serían unos cincuenta hombres a pié y veinte más erguidos sobre unas bestias descomunales que infundían miedo.  Al principio ¡ay! creímos que los extraños venían en paz  para acompañarnos en la adoración a la diosa del agua; pero después, cuando escupieron fuego y esgrimieron sus lanzas amenazadoras, comprendimos que en realidad querían apoderarse de nuestra carga ritual, quizás para halagar ellos mismos a sus dioses por cuenta nuestra. Les gritamos que no era prudente ofender a la diosa Sie con sus actos bélicos e impíos, pero ellos no comprendieron o no quisieron escuchar -que para el caso lo mismo da- y continuaron el ataque.  Ante  la inminencia de la batalla, y encontrándonos prácticamente inermes –nuestras hondas y macanas no hacían mella en sus fuertes corazas-, urdimos un plan de contingencia que consistía en hacerles creer nuestra rendición, de suerte que mediante señas les indicamos que nos siguieran hasta la laguna sagrada para que pudieran recoger a su antojo  las enormes existencias del metal sagrado. Una vez entre los juncos,  nos arrastramos sobre el lecho lacustre convirtiéndonos en reptiles vengadores según estaba previsto desde el principio de los tiempos. Los  profanadores que nos siguieron con la ingenuidad que produce la codicia,  fueron  estrangulados sin piedad por nuestros anillos constrictores, para ser conducidos luego hasta el seno de la diosa Sie  donde hervía  su cólera implacable.

Sólo unos cuantos impíos se salvaron del castigo huyendo aterrorizados al ver a sus compañeros convertidos en víctimas propiciatorias de nuestro rito. Fueron  ellos quienes nos llamaron desde entonces: hombres-serpiente.

Después de aquel aciago acontecimiento, permanecimos ocultos en  el fondo de la laguna durante muchos años hasta que los impíos y aún los naturales conversos  - que por temor a su nuevo dios trinitario perdieron la sagrada costumbre del  baño -  se olvidaron  de nosotros.

Sin embargo, de vez en cuando emergemos del agua para arrastrar hasta su fondo  misterioso uno que otro cristiano incauto que servirá de alimento a la venganza sagrada  de nuestra amada  diosa  Sie.



[1] Ritual de los primitivos chibchas descrito por  Rodríguez Freyle en “El Carnero”, y que consistía en recorrer las lagunas del altiplano cundiboyacense como peregrinación  para purificar el espíritu mediante las abluciones sagradas en honor a la diosa del agua, “Sie”.

Comentarios

  1. Darío: Son asombrosas las historias de nuestros ancestros y su vida prehispánica.
    Vida que vino a modificarse con la ya anunciada llegada de esos pálidos que apestaban a muerte.
    Acá entre nos te diré, que, si bien admiro la organización perfecta de los alemanes, detesto su poca afición al baño. Una puede estar en un centro comercial, una farmacia o una perfumería,y de pronto ser golpeada por un tufo a sobaco añejo y a otros similares olores.
    En la casa de mi yerno, tanto su madre, como su padre y su hermana soltera, se bañan cada sábado, lo necesiten o no, y no comprenden porque en la casa de su hijo,practican la perniciosa costumbre del baño diario.
    Este día contesté a este relato y al anterior, ya sabes, padezco de esa verborrea que no se detiene.
    Te quiere tu tía:Doña Ku

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué bonito, Darío! El tono de crónicas de época de la conquista no se alcanza fácilmente ni le queda a todo el mundo. En ti es natural y te encuentra con atino.
    Tú también estás para publicar un libro ¿y si te animas a armar uno electrónico y que se pueda bajar?

    ResponderEliminar
  3. Respecto a tu pregunta en el blog, Truffaut no hizo ninguna película llamada "Lo importante es amar". Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Tía Ku. Este blog no sería lo mismo sin tus apuntes de humor ácido e inteligente. Menos mal no hemos perdido por acá la sana costumbre del baño diario.

    ResponderEliminar
  5. Mi adorada Licuc: Me suena lo del libro electrónico, para lo cual, de antemano, cuento con tus imprescindibles luces. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Gracias, David, por tu aclaración. En efecto, después de leerte, consulté a "San Google de Sevilla", patrono de la internet y me enteré de que es una pelicula hecha en Fancia hacia 1974, dirigida por un Checo, si no estoy mal.

    ResponderEliminar
  7. Me gusta tu blog ...Le encontré en mi camino

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias, mujer. Bienvenida a este espacio virtual sin mayores pretenciones que compartir lo cotidiano con otros ciudadanos de a pie. Pronto visitaré RECOMENZAR.

    ResponderEliminar
  9. Esupendo lo que has compartido.
    Sencillez de hombres amantes de la naturaleza viviendo acorde a su sentires.....invadidos por malignidad en aras del poder desmedido.

    Cariños

    ResponderEliminar
  10. ¡Enhorabuena!, Abu, que bueno tenerte de vuelta. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  11. muchos nos convertiremos en adoradores del agua con el correr del tiempo, ya es escasa en muchos lugares del planeta
    saludos querido Peaton

    ResponderEliminar
  12. De acuerdo contigo, querida Amalia: Como mis ancestros, yo también me confieso seguidor de la causa del agua. Abrazos.

    ResponderEliminar
  13. El agua es vida por eso es sagrada en todas las culturas. Es interesante conocer las historias de nuestros pueblos sudamericanos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cien años del barrio San francisco Javier de Bogotá, AMDG

De Boyacá en los campos… el tejo, nuestro deporte nacional

Bulevar Niza cambió sus gratas terrazas por más locales comerciales