“ANIMOSUCCIÓN”

(Escultura de Botero en el Museo de Antioquia, foto de H. Darío Gómez)

En reciente publicación restringida al honorable cuerpo médico, el Doctor Elías Foncelet ha expresado temerarias declaraciones tendientes a desvirtuar los beneficios terapéuticos y estéticos de la “liposucción” en el tratamiento de la obesidad. Es más, se ha atrevido a calificar de anodino tal procedimiento que, en su concepto, sólo contribuye a la producción masiva de estrías y frustraciones. El problema de la gordura, asegura, no está en los tejidos adiposos, sino en las células del alma. Basado en los principios de la medicina hipocrática, especula que si los átomos del alma son redondos y lisos como afirmaba Demócrito, -hipótesis que dice haber confirmado-, tales atributos propician una reacción en cadena cuando alguno de los cuatro humores del cuerpo humano – sangre, flema, bilis negra y amarilla- resulta estimulado por la acción de sentimientos de amor, odio, soberbia o perfidia según el temperamento de cada individuo. En buen romance, la teoría del Doctor Foncelet quiere significar que no es la cantidad de calorías consumidas por un sujeto la que determina su gordura, sino la reacción de las células del alma a los diferentes estímulos externos, según su temperamento humoral.

Piénsese por ejemplo en un peatón de tipo sanguíneo que es agredido injustamente por un conductor de bus urbano. El sujeto en cuestión se hincha inmediatamente de la ira, enrojeciendo como un buñuelo en aceite hirviente. -Nótese que hemos utilizado deliberadamente la figura del buñuelo que, para el caso, tiene una alta concentración de calorías, pero no tiene nada que ver con el aumento de volumen del sujeto del ejemplo-.

Los flemáticos por su naturaleza fría y calculadora son menos proclives a la gordura, pero con dosis suficientes de ironía y desdén pueden inflarse hasta unos niveles inconcebibles.

Finalmente está el individuo de temperamento bilioso, es decir, de mala leche. A esta especie pertenecen los sujetos envidiosos, los pérfidos y los traidores. Suelen entregarse estos individuos a rumiar sus envidias, traiciones y deseos de venganza como si para tal efecto tuvieran, como las vacas, cuatro estómagos. Esta actitud les produce un excesivo aumento en el tamaño abdominal, sin perjuicio, claro está, de los pavorosos castigos que les aguardan en el abismo.

Dentro de este contexto, la terapéutica indicada por el Doctor Foncelet para el tratamiento de la obesidad, consiste en la remoción de las células del alma, verdaderas causantes de la gordura insana y antiestética que tanto mortifica al doliente. Tal procedimiento, que Foncelet ha dado en llamar “animosucción”, tiene la virtud de liberar al paciente de las células innecesarias para el cuerpo, con los siguientes beneficios colaterales:

• Insensibilidad total, eliminando de tajo las reacciones sanguíneas, biliares y flemáticas a los estímulos humorales, que siempre derivan en la indeseable hinchazón del cuerpo.
• Alivio definitivo de los remordimientos, así como de los sentimientos innecesarios de compasión y asco.
• Supresión de las dependencias amorosas o afectivas que debilitan al sujeto volviéndolo falible, permeable y altamente vulnerable.

Previendo el posible espionaje científico de las transnacionales farmacéuticas, el Doctor Foncelet no ha querido presentar aún al honorable cuerpo médico los detalles de su procedimiento, actitud un tanto candorosa si se tiene en cuenta que los mercaderes de la salud descubrieron desde hace más de un rato el secreto para suprimir el alma, expediente que hasta ahora solo han aplicado a su propia conveniencia.

No es clara la relación de causalidad entre la terapéutica planteada por Foncelet y el adelgazamiento del paciente. Además, resulta poco consistente su teoría de las “reacciones humorales”. Sin embargo, con la supresión de las células del alma, el sujeto queda totalmente insensible aún a la vergüenza de padecer una obesidad indecente, efecto que al fin y al cabo, si no era el esperado, en todo caso le resultará útil.

Comentarios

  1. ¡Muito obrigado!, Evanir. Aunque entendí completamente tu hermoso mensaje, no soy capaz de decir más en tu hermosa lengua -y en la del gran Guimaraes-. Así que prefiero enviarte un fuerte abrazo en mi peor español.

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  2. Darío: Agradezcoa a Dios haber pasado mi niñez y mi adolescencia en un época en que ser "Flaca" no era un requisito indispensable y a nadie le molestaba que fuese un tanto "llenita". Compadezco a las pobres mujeres de hoy que se sienten terriblemente acomplejadas sino están en lo huesos.
    Debo confesar que en un tiempo dejé pasar algunos buenos manjares en aras de la delgadez y nunca lo logré del todo.
    Hasta que llegué a la edad del velmadrismo (en el castellano original) en que dice una ¡ya pa´qué!
    Se supone que si ya deje esa etapa, podría decir: ¡Ataca Dora!, pero no, ¡porca miseria!,ya que resulta que casi todo me hace daño,la leche y sus derivados, la carne de res, la carne de puerco, el aguacate, el chocolate etc, etc,que son la base de la comida mexicana.
    Así que ahora me reprocho no haber saboreado a plenitud todos los ricos manjares que no me queda más que ver de lejos.
    A mi que no me modifiquen los "humores del alma", ya bastante tengo con lo que salen de las cocinas y no puedo comer.
    Cariños de la tía Ku

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  3. Darío, este cuento tuyo me encanta. Lo leí en la publicación de "EL PRETEXTO". Por mi parte, yo ya perdí la verguenza y me volví inmune JAJAJAJAJA...

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  4. Tía Ku, lo que si salta a la vista es que no has perdido el buen humor, que es el más importante.

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  5. Dolores, entonces eres una "desvergonzada", igual que yo.

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  6. querido Darío, como tía Ku estoy yo con mi colesterol y demas males de la edad, pero aún rompo las reglas y me doy los gustos como antaño, muy de vez en cuando...
    lo del alma, pertenece a Dios, seguro que goza de buena estética, te abrazo

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  7. Querida Amalia:

    ¡Cómo no romper las reglas en un país con la cocina más exquisita del mundo! Y, sí, lo metafísico es otro cuento. Mi abuela siempre decía: "Yo soy muy liberal, pero de tejas pa`rriba no opino." Besos.

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  8. Atentamente he venido a saludarte y desearte que la semana que comienza sea hermosa y llena de color, donde la ilusión te dibuje todo aquello que le sea un favorable acontecimiento para todos los que te rodean.

    Un ramo de rosas dejaré en tus manos para que su aroma sea un referente de mi afecto hacia ti.

    Te sigo y no te olvido puesto que los sentimientos no entienden del espacio tiempo, ni de las distancias.

    TQ.

    María del Carmen

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  9. Y a mí me encanta que me visites. Eres una inspiración para RECOMENZAR cada día este proyecto de blog tan loco. Gracias.

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  10. María del Carmen. Me has hecho sonrojar. Aunque no parezca, soy tímido hasta el tuétano. Sin embargo me atrevo a manifestarte que devuelvo doblados tus buenos sentimientos. Y las flores, claro está. Podrían ser unas orquídeas de mi tierra.

    No sabes cómo es de indispensable una palabra de aliento para alguien que, como yo, tiende a ser algo pesimista, y que se refugia muchas veces en el humor negro. Besos y muchas gracias.

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