En la costa dispensan la alegría al granel y sin fórmula médica


El peatón cuenta que…

En la costa dispensan la alegría a granel y sin fórmula médica. Y no me refiero al PROZAC que recetan los psiquiatras a los melancólicos que han extraviado en alguna gaveta de su cerebro el expediente que contiene el sentido de la existencia. No. Hago referencia a una bola de millo aglutinada con panela derretida (melaza) y aderezo de coco, golosina exquisita que preparan las hermosas palenqueras del caribe colombiano para comerciar en los parques, calles y playas de sus ciudades adoptivas.


Pero es sabido por el Eclesiastés que “la alegría no es una sola”. De suerte que ellas venden “Alegrías” –en plural y con mayúscula- que acomodan con pericia de malabarista en una enorme batea que viaja, ingrávida, sobre sus cabezas cadenciosas.

Tuvo que ser un poeta, un genio de la publicidad vernácula quien bautizó con un nombre tan feliz estas delicias que no requieren propaganda costosa. Su nombre es -en sí mismo- un estado del alma que garantiza la calidad de tan encantador alimento espiritual y gastronómico.

¿Quién no añora tener una alegría, así sea la más pequeña?

Las hay, además, de todos los tamaños: diminutas para los conformistas, surrealistas para los soñadores, grandotas para los ambiciosos -que son como los glotones que no se contentan con una sola-, en fin, melifluas para las muchachas enamoradas o inalcanzables –escondidas en lo más profundo de la batea- para los pesimistas.

Imposible resistirse al pregón metafísico de: ¡Las Alegrías, compren las Alegríaaasss….a dos por miiiiiil….!

¿En qué otro lugar del planeta procuran la alegría a domicilio?

Quizá sea por ello que a pesar de las catástrofes “naturales” que nos castigan sin clemencia, la violencia que nos asuela desde antiguo y la corrupción rampante que agobia a nuestro sufrido pueblo, Colombia es, según la encuesta del “Happy Planet Index” (HPI), el segundo país más feliz del mundo, superado tan solo por unas islas edénicas del pacífico sur donde seguramente las alegrías, silvestres, caen de las palmeras aporreando a sus envidiables habitantes con dosis infinitas de felicidad.

(Créditos foto: de amarulero, www.flickr.com)

Comentarios

  1. Darío, más que metafísico, tu escrito está muy lírico. Ojalá acá tuvieramos las alegrías tan al alcance de la mano. JAJAJAJAJA

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  2. Buen año 2012, Abu. Disfrútalo con "Alegrías"

    Dolores, a veces, como en la canción de Atahualpa Yupanqui "Hay que hacer floresde las penas"

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  3. Darío:Tanto en Colombia, como en México, alguien decidió inventar un dulce y ponerle "alegría", pero no una alegría superflua, de esas que anuncian en la TV. Sino una auténtica, parecida a la que vivimos a diario, a pesar del desastroso estado en que se encuentran nuestros respectivos países.
    Cuantas veces hemos visto a un pueblo que acaba de pasar por una terrible inundación y, a pesar de sus pérdidas, no olvidan a sus santos patronos y celebran sus fiestas como si nada o como si nunca o como si siempre.
    Las alegrías en México se hacen con amaranto, que es una semillita con bastantes proteínas,y con azúcar morena hecha piedra llamada piloncillo.
    Pero también tenemos alegrías hechas de mariachis, de baile, de piñatas, de tradición,de ricas comidas tradicionales y de "divirtámonos hoy, mañana será otro día".
    Que el próximo año estés lleno de amor, para que puedas repartirlo entre los tuyos y tus amigos (sin olvidar a la tía Ku)Pero también espero estés lleno de ideas para que podamos seguir disfrutando de tus letras.
    UN GRAN ABRAZO: Doña Ku

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  4. Tía Ku: Esto de la alegría como que es genético en nuestra sufrida latinoamérica. Ha de ser para compensar las aulagas.

    Para tí también van mis mejores deseos para el 2012. Un fuerte abrazo.

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