Optimismo



Nadie se llame a engaño: “no hay almuerzo gratis” (aseguran los economistas),
y el hombre es lobo del hombre como reza el necio precepto;
pero lo importante no es la ley sino sus herméticas excepciones,
sus exiguas confirmaciones reducidas a pequeñas gotas de esperanza
por el autoclave manchesteriano.

Ocurren a veces incidentes generosos que no corresponden al azar,
ni a la gazmoña caridad del poderoso
y he aquí que uno se reconcilia con la raza de los bípedos "pensantes"
cuando presencia una mano extendida al condenado
o cuando escucha la voz prestada sin interés a quien le negaron el crédito de sus palabras;
uno se conmueve, qué sé yo, con los proyectos para colorear los mapas del despojo,
no con la hemoglobina de sus hijos, sino con pinturas de maíz y secreciones nutritivas de ganado manso
para mitigar su angustia inveterada.

Planta exótica es la solidaridad, pero hermosa cuando  florece.

Entonces se trasluce en el horizonte un arrebol
que conjetura la Arcadia extraviada en las antípodas del “progreso”.
Y a las dieciocho horas pasa por fin el colectivo saciado de humanidad,
con rumbo opuesto al resplandor de la tarde. 

(créditos foto: el peatón en la Sierra Nevada del Cocuy, Boyacá, Colombia. Foto de Francisco Hernández)

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