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Mostrando entradas de junio, 2012

Perdido

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  (Callejón del pasaje Hernández, Bogotá. Foto de H. Darío Gómez A.) “Porque soy callejero, no te puedo querer…” "Soy Callejero", canción en ritmo de salsa de Willie Rosario. Canta: Pupy Cantor H. Darío Gómez A. La calle tendió -coqueta- sus extremidades y me indicó el camino sensual de su contingencia; mis pies siguieron el trazo deleznable de incógnitas pisadas precedentes hasta el reino enervado del murmullo.   El horizonte abrió de golpe sus ventanas arreboladas y se coló la noche en los sórdidos locales. Detuve entonces mis pasos para contemplar el infinito que se estrellaba, impotente, contra el muro del callejón.   “Es el fin”, conjeturé perplejo, y regresé sobre mis huellas para recuperar la mezquina compañía del tráfico noctámbulo, acaso huyendo de un romance furtivo con la eternidad.

Taller de refacción para espíritus estropeados

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Mamá Sofía, mi abuela materna, cuyo nombre hacía honor a su sabiduría rica en sentido común, decía que los mejores negocios son la religión y los vicios. En ese orden. Hoy podríamos agregar a su lista de negocios redondos la salud y la educación. Pero es que la abuela (para su bien) no alcanzó a conocer las Aseguradoras de Salud (las fementidas EPS), ni tanta institución educativa de garaje que abre impunemente sus puertas a la juventud con esperanzas de formarse. Y aunque resulte paradójico, en mi patria los vicios al menos ayudan a financiar la salud y la educación pública. La religión no. Tal vez por eso resulta ser tan buen negocio. Desde que se aprobó la Ley de libertad de cultos (como reivindicación democrática de la Constitución de 1991, que celebro), se han fundado en Colombia cerca de mil quinientas nuevas iglesias cuyas denominaciones, en algunos casos, son francamente esotéricas. Yo mismo estuve tentado a fundar una, aprovechando la facilidad de palabra que algunos

A pesar del horror subsiste la belleza

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(Aguila pescadora. Foto de Rafael Gómez Bedoya) Una amiga muy querida sostiene que frente al panorama desolador de los derechos humanos ella se cuida mucho, cuando escribe en su blog acerca de las historias de vida y testimonios, de no caer en las trampas de la cursilería y la nostalgia. Como si la indignación o la crítica ácida a nuestro absurdo estado de cosas fueran la única forma de exorcizar los espíritus malignos de la violencia o de proporcionar algo de catarsis a nuestro desequilibrio emocional causado por tanta barbarie. Parece que creyera, como  los personajes de Turgueniev, que este mundo ya no tiene solución y que la culpa es de otros irresponsables que ya lo habían echado todo a perder antes de poder hacer algo para evitarlo. Yo le digo -a riesgo de equivocarme- que antes bien, el reconocimiento de la belleza, su recuerdo, es decir, la cursilería y la nostalgia, nos libran en muchas ocasiones de caer en las trampas del nihilismo y la desesperanza. Pero n

Crónica gráfica de un picadito en la playa

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LOS LOCALES   De pie, izquierda a derecha: Eduatdito (Eduardito), Datwin (Darwin) y Abbaro (Alvaro, con el balón). Abajo, acurrucado: Abbedtico (Albertico, o Muñeco, para su mamá y para los amigos) . LOS VISITANTES ("CACHACOS", ASÍ NOS LLAMAN A LOS DEL INTERIOR) De izquierda a derecha: Alejo y el "Gotdo" (el gordo, o sea yo) INCIDENCIAS DEL PARTIDO No obstante las gambetas de Alejo y merced al lastre de mi juego deplorable, los locales nos volvieron "ropa de trabajo" UN "GOTDITO" (GORDITO) PARA CADA EQUIPO... PARA EQUILIBRAR De izquierda a derecha: Darío (un verdadero "tronco") y Abbarito (Alvarito, el mejor de su equipo, un mago con el balón, hagan de cuenta un "Pibe" Valderrama en ciernes) MAS INCIDENCIAS DEL "PICADITO" DOÑA ROSARIO, LA MADRINA DE LOS LOCALES (GANADORES DEL BALÓN DE ORO) De derecha a izquierda: doña Rosario, don Tulio y el suscrito DOÑA INÉ

¡No corra que es peor!

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("Habitante de la calle" en el Pasaje Hernández, Bogotá. Foto de H. Darío Gómez A.) "El que mucho se apura bien poco dura" del Refranero Colombiano del maestro Acuña. “No corra que es peor” , me apremiaba con sabiduría mi abuela cada vez que salía llorando como alma que lleva el "muán" de los infiernos, después de haberme caído de un árbol o rodado por la escalera de mi casa. “No corra al salir” , reza asimismo la advertencia de las autoridades para la evacuación de lugares con afluencia de público. Y un consejo así merece tenerse en cuenta para la existencia, más aún en estos tiempos tan “cronométricos”, como diría Julio Cortázar en sus instrucciones para darle cuerda al reloj.  Vivimos con afán, navegamos en esa sustancia espesa que es la vida en función del tiempo que nunca nos alcanza; de manera que debemos comprar minutos -así sea para llamar a un celular- en el quiosco de la esquina. Por eso insto al ciudadano de a pie: no c