A pesar del horror subsiste la belleza
(Aguila pescadora. Foto de Rafael Gómez Bedoya)
Una amiga muy querida sostiene que frente al
panorama desolador de los derechos humanos ella se cuida mucho, cuando escribe en su blog acerca de las historias de vida y testimonios, de no caer en
las trampas de la cursilería y la nostalgia. Como si la indignación o la crítica ácida a nuestro absurdo estado de
cosas fueran la única forma de exorcizar los espíritus malignos de la violencia
o de proporcionar algo de catarsis a nuestro desequilibrio emocional causado
por tanta barbarie. Parece que creyera, como los personajes de Turgueniev, que este mundo ya no tiene
solución y que la culpa es de otros irresponsables que ya lo habían echado todo
a perder antes de poder hacer algo para evitarlo.
Yo le digo -a riesgo de equivocarme- que antes
bien, el reconocimiento de la belleza, su recuerdo, es decir, la cursilería y
la nostalgia, nos libran en muchas ocasiones de caer en las trampas del
nihilismo y la desesperanza. Pero no es fácil, lo sé. Las malas noticias tienen
plena cobertura mediática en tanto que los milagros cotidianos de la
solidaridad y la ternura, así como los amaneceres arrebolados, pasan
desapercibidos. Podría decirse acaso que las buenas noticias carecen de jefes
de prensa. La tragedia, en cambio, cuenta con los mejores.
De manera que nos despertamos con la noticia
del violador que empaló a Rosa Elvira Cely en el Parque Nacional -la violencia
contra las mujeres es una práctica inveterada-, almorzamos con los atentados contra líderes -muchas de ellas mujeres, cómo no- de los procesos de
restitución de tierras arrebatadas a sangre y fuego por los violentos de todas
las pelambres, y nos acostamos con la crónica de un estudiante muerto a
botellazos, posiblemente a manos de sus compañeros de estudio. Ciertamente no es fácil
reconocer la belleza que subyace oculta entre tanta porquería.
Me ocurre con frecuencia que debo hacer un
inventario de personas, seres vivos, paisajes, situaciones y cosas hermosas para no caer en
la depresión, de suerte que repaso mi álbum de recortes y de fotos callejeras
para recuperar la esperanza y reafirmar mi voluntad de agente de cambio. Veo, por ejemplo, un recorte de prensa
–escueto, casi imperceptible- con el testimonio valiente de María Cecilia
Mosquera ante el Congreso de la República, donde relata la masacre de Segovia en 1998 -ochenta y cuatro
muertos quemados-, cuando perdió a su familia y fue gravemente herida por un
atentado del ELN contra el oleoducto de Machuca, y a pesar de todo le quedaron
arrestos para exigir del Estado –muchas veces sordo y autista- la reparación de
las víctimas sobrevivientes, porque, como dice ella: “todavía tengo ganas de
salir adelante a pesar de la tragedia de toda mi familia”. Y es que María Cecilia vive hoy para dignificar la memoria de sus hijos
y de su esposo. En su intimidad -especulo- les habla, comparte con ellos sus sueños, los mima y los consiente; quizás les
consulta sus planes para el futuro, ese que la demencia terrorista les negó.
Probablemente, frente al espejo, cuando se acicala, le consulta –coqueta- a la
memoria de su marido si está linda. ¡Y claro que lo está! Si es la belleza
misma.
María Cecilia, como otras valientes mujeres
víctimas del conflicto que hoy lideran a riesgo de sus vidas procesos de
reparación y restitución de tierras, es una hermosísima flor de esperanza que brota del fango de la
iniquidad, para colorear la vida y aromar el futuro. Una flor para María Cecilia, dadora de vida que representa la belleza integral de su género.
Si , a veces personas con esperanzas y compromisos de vida actual de mejorias en futuro, parecen vivir dentro de una burbuja, pero no es así.
ResponderEliminarSiempre existio la barbarie, en todo el mundo, si leemos bien la historia.
Ahora somos más y, los recursos de trasmision de informacion son rapidos y multiples.
Todos de alguna forma somos tocados, algunos mas que otros, es cierto.
No olvidemos que desde que nacemos, nacemos llorando. Por algo será.
Creo que: de los visionarios, de los fuerte de espiritu y metas globales, no pequeñitas, esta el futuro y.....que bueno que fuera de la mano del amor , la tolerancia y la comprension.
Es un placer visitarte y leerte.
Un abrazo.
Pase a saludarte y dejarte buenos deseos para la semana que se inicia
ResponderEliminarCariños
Frase de la semama:
El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.
Gilbert K. Chesterton.
Escritor inglés
Gracias por tu visita, Abu. Tu, como siempre, hermosa y evocando la sabiduría. A mi, Chesterton,me parece extraordinario. En la adolescencia disfruté muchísimo con "El Candor del Padre Brown"
EliminarPor ahí también dicen que el pesimista es un optimista bien informado, en fin....
Un abrazo.
Querido Darío: Para esta vieja, la cursilería y la nostalgia, es como una pequeña isla donde me pierdo cuando me siento asqueada por tantos insensatos acontecimientos.
ResponderEliminarNo sé que haría, si después de ver que mi país no tiene para donde voltear y está a punto de escoger como presidente a un hombre, que al parecer asesinó a su esposa y fue exonerado por sus influencias políticas. A pesar de todo y gracias a Dios, me puedo refugiar en la cursilería de ver a mis colibriés libando la miel que les dejé en la ventana y luego escuchar a mi hija por el teléfono, diciéndome que no me dejará pasar sola mi intervención quirúrgica y que vendrá desde Alemania para estar conmigo.
Me encanta ser cursi y me encanta la nostalgia del "recordar es volver a vivir".
Saludos especiales para la bella familia Gómez: De Doña Ku
Y además se afianza nuestra esperanza, nuestra certeza de que no todo está echado a perder, y que vale la pena seguir adelante. Gracias, tía Ku, por estar siempre presente. Un beso.
EliminarDurísimo el relato, Darío... la violencia en general, y la de género en especial, no creas que son cosa de esas latitudes, que no, se dan en todas partes, y sí, de entre la violencia y el odio y la degradación -del fango como tú dices-, a veces emergen flores, mujeres coraje que dignifican no solo su condición de victima y de mujer, sino que además dignifican literalmente esos derechos que nos sustentan a todos, incluidos a los terroristas, violadores, asesinos, etc. Lamento no conocer la situación concreta que narras, pero fíjate Darío que se me viene a la cabeza ahora mismo el caso aquel del monstruo de Amstetten (Austria), ese secuestrador y violador que encerró por veintitantos años en un sótano de su casa a su propia hija y que la violó y vejó y tubo con ella 7 hijos, tres de esos hijos-nietos, incluso no conocían la luz del sol porque desde que nacieron estaban también encerrados en vida en el sótano, (a mí me conmocionó ese caso)... cierto es que es mucho más que esperanzadora los reaños de María Cecilia en su grito de !justicia! al mundo -que no solo a Colombia-, y cierto igualmente, que las buenas noticias carecen de jefes de prensa, mientras que las malas, tienen todos los del mundo.
ResponderEliminarEsta vez, los besitos gordotes con los que siempre termino mis comentarios, todos para María Cecilia, junto con mi respeto y admiración
Gracias, Alicia, por tus palabras de apoyo a María Cecilia que, en este caso, representa el epítome de la mujer. Un abrazote.
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