Defensa del timador chichipato*
(Ojo al ojo. Foto de Alejandro Gómez B.)
A riesgo de
ser denunciado como apologista del timo por algún ciudadano de bien, debo
confesar que simpatizo con los timadores. Y conste en el acta que lo digo en mi
condición de víctima del ilícito. Evidentemente no me refiero a los banqueros o
a ciertos políticos, pues tales especímenes pertenecen a las grandes ligas del
timo según lo denunció Edgar Allan Poe hace más de un rato. Hago referencia a
los estafadores al detal: a los “chichipatos”, si se quiere -para
utilizar un adjetivo más coloquial-, quienes únicamente cuentan con su
creatividad como insumo para desempeñar el oficio.
Ahora bien,
ni siquiera estoy seguro de que el sujeto del cual les hablaré a continuación
sea realmente un timador. Lo digo porque el verdadero estafador aprovecha el
ánimo de lucro fácil de su víctima, que actúa como un catalizador para
perfeccionar el delito. Los ejemplos cunden dolorosamente en Colombia, de modo
que no vale la pena hurgar heridas sin restañar.
En mi caso
el sujeto en cuestión apeló a mi ego, amén de mi solidaridad parroquiana.
Pasaba yo por la Clínica de la Fundación Santa Fe, en el norte de la ciudad,
cuando fui abordado por un hombre joven vestido con sudadera, cachucha
deportiva, lentes oscuros y tenis de marca, que me recitó el siguiente
libreto:
- Doctor,
que gusto me da verlo de nuevo; hace días que no va por el club a jugar golf.
Aquí es
donde el tipo invocó mi ego -como dije anteriormente-, pues ni soy doctor, ni
le jalo al golf, ni pertenezco a ningún club, a no ser el de hipertensos de la
EPS. Sin embargo me halagó mucho que el hombre me confundiera con un personaje acaudalado,
porque eso sí: “pobres, pero de buena
familia”, como decía mi abuela con vergonzante candor. De manera que
notifiqué al personaje sobre su error, pero él, lejos de rendirse, me dijo que si
bien era caddie en un club de golf, probablemente me conocía de otro
club, quizás uno de tenis, donde también había sido recogebolas. Le
insistí en que el único deporte que practico es el baloncesto, disciplina que
se juega modestamente en los parques de barrio, compartiendo la cancha en común
y pro indiviso con los aficionados al micro fútbol. Pero otra virtud del “chichipato”*
es la persistencia; así que el hombre me ofreció disculpas por la confusión, y
allí mismo soltó su carga de profundidad trayendo a colación la solidaridad
deportiva con el fin de pedirme un aporte, en metálico, para ayudarlo a pagar
la cuenta del hospital.
Como no era
la primera vez que el tipo asaltaba mi buena fe de samaritano con tan peregrino
relato, lo enteré de la situación, le dije que no estaba dispuesto a caer
nuevamente en su vil treta y que, lejos de denunciarlo en público para su
escarmiento, lo dejaría en paz como gesto de simpatía por su buena interpretación
teatral. Le sugerí, eso sí, que escogiera mejor a sus víctimas, y que no se
llamara a engaño con todos los prospectos que visten de paño y corbata, porque,
como andan las cosas por los lados de Usaquén, la mayoría pertenece a
la escolta de personajones de la política o del jet set criollo. Por su
bien lo previne para que no se le ocurriera molestar a sujetos nerviosos peluqueados al
rapé, con gafas oscuras, corbata rosada, anillo con rubí y esclava de oro en la
mano izquierda. Los demás somos humildes trabajadores obligados a
lucir traje de dos piezas, a manera de overol para el trajín de la oficina.
*chichipato le decimos en el centro de Colombia al sujeto cicatero y mezquino que sólo se mueve en negocios pequeños.
¡uy!,si, que ni se tropiece con los guardespaldas de nuestros "padres de la patria" que con sus carros blindados se adueñaron del espacio público de Usaquén. Todo esto mientras ellos (los burócratas) almuerzan fino de cuenta de nuestros impuestos. Ya no se puede transitar por las aceras y toca salir a la mitad de la calle. Buena entrada. Me reí con el timador chichipato.
ResponderEliminar¡Tal cual!, Danilo.
Eliminarjajaja, siempre habrá avivatos que quieren sacar provecho de los demás. Muy ingenioso este que te confundió con un "prohombre", jajaja.
ResponderEliminar¡Pobre pero con pinta!. A mí lo que me hace falta es ropita, Lola. Un abrazo.
Eliminarjajajaja... !ay vaya por Dios hijo mío!, eso te pasa por ir por ahí paseando como un dandy... aunque enfín, al menos la cosa fué simpática, aquí, cada vez te asaltan más por la calle, pero para quitarte el bolso o el dinero (tanto paro y tanta crisis han hecho proliferar por doquier a rateros, ladrones varios, y pichicatos) por estos lares Darío lo más parecido en término que se usa es éste de pichicato, con la misma connotación: miserable, rácano.
ResponderEliminarBesitos gordotes
No sabes cómo me alegra tenerte de vuelta por este blog, querida Alicia, que se vuelve muy árido cuando no lo visitas. Tu sonrisa y la frescura de tus comentarios son como agua fresca para este servidor. Un besote.
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