Ojalá que los diálogos de paz no deriven en (el) "Platón"

(Un burro en Villa de Leyva, Boyacá, Colombia. Foto de H. Darío Gómez A.)


“Si yo contara con la omnipotencia divina y con el tiempo de que dispone Dios para regir el mundo, yo hubiera hecho un mundo mejor que este”, afirmó alguna vez Bertrand Russell con ironía. Pero sería, a mi juicio, un mundo más bien aburrido ese de Russell. Porque el libre albedrío con que fuimos dotados incluye la licencia de la estulticia: atributo que hemos cultivado con amorosa dedicación por estas latitudes, hasta convertirlo en la sal que condimenta las relaciones  con nuestros semejantes. Sin embargo, desde la imperfección de nuestra esencia, es posible sacar a relucir de vez en cuando la buena voluntad y el sentido común para salir del foso de la infamia.

Nuestra atribulada patria no ha conocido la paz estable en toda su historia republicana. Durante doscientos  años hemos salido de una guerra intestina para meternos en otra. En nuestro caso, las acciones mezquinas y tozudas que gobiernan nuestras vidas son hasta tal punto previsibles -por reincidentes-, que podrían ser calculadas anticipadamente como los eclipses, contrariando la percepción metafísica de Kant. Pero esta proclividad natural al desastre no puede apagar nuestra esperanza de una paz duradera con justicia social. La paz, está escrito en nuestra carta magna, no sólo es un derecho, sino una obligación de todos los colombianos. Debería ser, no obstante, una cosmovisión. Nuestra forma natural de ser, estar y soñar en el terruño.

Por estos días el Presidente Santos ha declarado su buena voluntad para sentarse con las guerrillas -desdibujadas y anacrónicas- de las FARC y el ELN  para hablar de paz. Y lo más importante: hablar de soluciones a la iniquidad, desigualdad y exclusión social, causas estructurales de la violencia inveterada, permeada por la financiación perniciosa del narcotráfico. Celebro la manera discreta como el Presidente ha iniciado los diálogos, es decir, sin el despliegue mediático y acaso circense de los intentos fallidos de gobiernos anteriores. Y tengo la impresión de que cuenta con el respaldo de todos los colombianos de bien, así como de la comunidad internacional. Imposible dejar de advertir por lo demás, que subsisten los berridos de los guerreristas de las ultras (derechas e izquierdas) que se lucran con la muerte y consideran la paz como una amenaza a su entorno “vital” -¡qué paradoja!-. Pero los colombianos estamos tan aburridos con la guerra, que no haremos caso a tales ruidos de fondo. Son inevitables, mas no afectarán el inicio del camino hacia la paz que merecemos. Ahora bien, no nos llamemos a engaño: el trayecto puede durar años, incluso décadas, mientras se consolidan los procesos de verdad, justicia, reparación y equidad social. De ahí entonces la necesidad de que las partes se sienten a la mesa de negociación horros de estulticia, y armados sólo de rectitud y buena voluntad.

¡Otra Voz!

Mi querido pariente y compañero de curiosidad en los asuntos del lenguaje, Rodrigo Peláez, me envió esta deliciosa jitanjáfora de Carmen Jodrá, que es una clara muestra de cómo no se deberán llevar a cabo nuestros diálogos de paz.

“¡Democrad! ¡Libertacia! ¡Puebla el vivo!
¡No dictaremos más admitidores!
Pro lo metemos, samas y deñores.
Nuestro satierno va a gobisfacerles.

Firmaremos la faz, no habrá más perra,
Zaperán juntos el queón y el lordero,
Y quieto promerer y promero,
Vamos a felicirles muy hacerles.

………………

Que se me raiga un cayo si les miento:
Fumos soertes, y, mo lás pimtorante,
¡blasamos hiempre claro!”

Comentarios

  1. Darío : No dequa más que doirnos de nuestro relor, en estos durtos tan tiemros.
    Tanto el pueblo colombiano, como el de México ve muy, pero muy lejos, su reivindicación.
    Eso sí, ¡que bonitos discursos se avienta nuestro ya muy próximo ex presidente!
    Habla de puuuros beneficios en cuestión de salud, empleo y justicia social, gracias a su excelente administración sexenal.
    Seguro que no le pareció de buen gusto mencionar los cerca de ochenta mil muertos por el narcotráfico y la carestía en que deja sumido a éste mi sufrido país.
    Lo malo es que el que continúa nos promete más de lo mismo.
    ¿Se nota que ya voy muy mejoradita?
    Te quiere tu tía Ku

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    1. ¡Ni de fierro que uno fuera!, tía Ku. Un abrazote.

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    2. ¡Y claro que se te nota lo buena que estás, tía! Ya sabes cuanto me alegro. Un besote.

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  2. hasta aquí llegaron los aires de tía Ku...
    queridos amigos creo que mientras exista el narcotráfico y la corrupción gobernante latinoamerica no saldrá adelante, aqui tambien la estamos pasando de pesadilla con la "cosa" que tenemos por gobierno, saludos querido Peaton

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    1. ¡Valgame Dios!, Amalia, parece que no cunden los buenos gobiernos en nuestra atribulada América Latina. Pero tu nos enseñas con tus bellos escritos a no perder la esperanza. Un beso.

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  3. Pues bienvenidos todos los pasos hacía la paz, que, como dice un refranillo italiano: piano piano si va lontano... !que fluyan los diálogos gobierno-guerrilla, y que ojalá esa paz sea pronto más una realidad que un deseo!, que la veamos, que la gocemos y que la celebremos.

    Mil besitos gordotes

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  4. Gracias por tus buenos deseos, Alicia. Por tus lares ETA ya dió ese primer paso. Ojalá nos depare el futuro una paz duradera. Un fuerte abrazo.

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