Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2012

¿Miseria de la cultura o cultura de la miseria?

Imagen
"Para todo arte se necesita la técnica, se impone el saber. No debemos fiarnos del genio ni de la intuición; se precisa estar en posesión de la ciencia; la escuela, el aprendizaje son necesarios." Ramón Vinyes, el sabio catalán de Barranquilla. Si nos atenemos a la definición generalmente aceptada de cultura (salvo que las definiciones son peligrosas), podríamos afirmar que es el conjunto de rasgos distintivos en virtud del cual los miembros de una colectividad   nos reconocemos mutuamente y nos diferenciamos, al mismo tiempo, de otros colectivos.   En otras palabras, es viable sostener que cultura es la cosmovisión de un grupo humano que determina sus creencias, tradiciones, valores, modos de vida y manifestaciones artísticas. Ahora bien, esta cosmovisión (cultura), en tanto concepto holístico, influye necesariamente en el desarrollo de una sociedad, como quiera que las prácticas culturales de un pueblo afectan positiva o negativamente los componentes económic

Manuel Ancízar, bicentenario de un viajero impenitente

Imagen
(Puente colgante sobre el "río de oro", Girón, Santander, Colombia. Foto de H. Darío Gómez A.) "Detrás de mí dejaba a Bogotá y todo lo que forma la vida del corazón y de la inteligencia: delante de mí se extendían las no medidas comarcas que debía visitar en mi larga peregrinación". Manuel Ancízar, "Peregrinación de Alpha" No podía dejar pasar desapercibido, sin cargo de conciencia, el bicentenario del nacimiento de don Manuel Ancízar (Fontibón, Cundinamarca, 1812), científico y humanista, pero sobre todo viajero curioso que recorrió gran parte del suelo patrio a caballo, a lomo de mula -y a pie, cómo no-, para hacer un levantamiento de la geografía económica, cultural y social de la incipiente república de la Nueva Granada, amén de sus actividades como periodista, diplomático, jurista, fundador y rector de universidades. Pero es su faceta de viajero impenitente la que hoy quiero resaltar en este blog, por considerarlo colega, no obstante

Carta (nunca abierta) a Berenice

Imagen
Por: Darío Gómez (el peatón) (de "Buzón de correspondencia devuelta") Berenice: No sé si alguna vez habrá notado mi presencia en el Café Pentágono. Con esta enorme humanidad que llevo encima como una coraza de rinoceronte es difícil pasar desapercibido; y no lo digo precisamente por mi buena figura -que evidentemente no tengo-, sino por el tamaño de mi perplejidad y el peso de mis dudas. Estoy más cercano a la brutalidad del oso que a los ademanes marciales y ridículos del maestro de ceremonias del circo. El hecho es que, como animal grande y sensitivo, me esfuerzo por estar intensamente vivo, de modo que me río con frecuencia y estruendo y me enfado con vehemencia, aunque sin violencia ni rencor. De esta suerte reúno en un solo cuerpo las culpas de la humanidad pero también su inocencia. Y así es como las convido, sin pudor, a tomar café en el Pentágono, establecimiento que, como usted bien sabe, no es tan reservado y seguro como su homónimo del Esta