Diatriba contra los apolíticos




(Discusión de la decisión del árbitro. Juego de beisbol en la Boquilla, Cartagena, Colombia. Foto de H. Darío Gómez)


“Lo primero que un ciudadano necesita tener es civismo, y no puede haber patria, verdadera patria, donde los ciu­dadanos no se preocupan de los problemas políticos”.

Miguel de Unamuno, “Los antipoliticistas”


Con ocasión de los escándalos protagonizados por nuestra roñosa clase política, mi colega Wilson,  gestor cultural (cuyo trabajo persistente es digno de encomio), me envía un pensamiento de Bertolt Brecht que deseo compartir con ustedes habida consideración de su indiscutible vigencia:

“El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.”

La cita de Brecht me hace pensar que es recurrente entre nuestros conciudadanos el síndrome de abulia frente a la política. Ciertamente el hombre común, que es víctima de su propia ignorancia (como lo destaca el dramaturgo alemán), desconfía de todo lo que le suene político. Cree a pies juntillas que la causa de sus males es la política en general, incluso más que los políticos corruptos en particular. A lo sumo confunde la una con los otros. Por otra parte, piensa (de manera errada, a mi juicio) que para participar en política hay que estar afiliado a un partido o a un movimiento. Y no hay tal. Así nos lo pone de presente don Miguel de Unamuno en su ensayo titulado “Los antipoliticistas”, cuando afirma:

 Claro está que puede uno interesarse por la política y hasta hacer política activa sin alistarse en ninguno de los partidos organizados en su país. ………Yo, por ejemplo, creo ser uno de los españoles que han hecho más política en mi patria y, sin embargo, no figuro afiliado a ningún partido. Lo cual no creo que sea recomendable en cada caso, pero a mí me da una gran libertad de movimiento”

Porque la política es precisamente la herramienta más eficaz para alcanzar los fines de un estado democrático y solidario aun por encima de las ideologías y los modelos, esto es,  defender lo público concebido como “lo que conviene a todos y nos dignifica”, según la hermosa definición del filósofo colombiano José Bernardo Toro.

De modo que no debemos temerle a la participación en política para defender nuestros derechos y propender por el bien común. Es preciso reivindicar el concepto de política, lavarle la cara y acariciarla con el bálsamo de la participación.

Quizá si nos decidimos a colaborar de manera responsable en el desarrollo y control social de lo público, algún día dejaremos de pagar las culpas de avaros y poderosos. Acaso ya no tengamos como único y precario oficio en la tierra el de ser chivos expiatorios de los poderosos, con la esperanza candorosa de ganarnos un cupo en el reino ilusorio del otro mundo. Quien quita que con la participación activa dejemos de ser los fusibles que se funden por la sobrecarga de ambición de los dueños de todo. Ya no seremos una suerte de moneda de curso forzoso para pagar las indulgencias con que los amos del mundo compran el perdón (provisional) de la madre tierra por todo el daño que le infligen.

Resulta por lo menos inmoral que con nuestra pasividad irresponsable condenemos al prójimo y a las futuras generaciones a convertirse en víctimas a destajo de las crecientes de agua, de los deslizamientos, de las sequías, de las hambrunas, de las guerras, de la ausencia de futuro, en fin, de la ira de Dios.

Por eso la invitación es a participar de manera propositiva en política. Y si toca tomar partido (no se puede ser neutro), hay que tomar el partido de la vida; la facción de la tolerancia (aunque suene irónico); la vertiente de la solidaridad; la causa de la esperanza. Abajo el caudillismo y la politiquería.

Comentarios

  1. Darío: Involucrarse en la política es una decisión que requiere de muchas agallas. Pero una vez que te involucras, se te puede volver una adicción.
    Estaba viendo por la TV, la labor que ha hecho Bono, el cantante rockero que consiguió disminuir, parcialmente, al menos, el hambre en África. Muchos lo han criticado, ya que dicen que nunca logró totalmente su objetivo, que su campaña fue sólo de blancos y nunca involucró a los verdaderos africanos etc, etc.
    Pero yo digo: ¿Cuantos se duelen de los otros y se meten en camisa de once varas con políticos de todo el mundo, para lograr mejorar la vida de la gente que se muere de hambre ante la indiferencia de todos?
    Bono se involucró en la política y con los políticos, de la forma que muchos , que tienen la fama y los recursos para hacerlo, ni siquiera lo intentan. Y ya lleva más de veinte años en la misma lucha.
    ¿Qué tan políticos eres o que tan política soy?
    Cariñosamente desde acá: Doña Ku

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    1. respondo: si, en efecto soy el zoon pilitikon

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  2. Que interesante articulo, como siempre una visión muy objetiva.
    @wilsonexitoso

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    1. Gracias, hombre, Wilson. Sus aportes en la web son siempre muy lúcidos y oportunos.

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  3. Escrito estupendo por donde se lo mire

    Dices
    Es inmoral que con nuestra pasividad irresponsable condenemos al prójimo y a las futuras generaciones

    Cuan cierto esto y quepoco morales somos frente a este hecho.

    Cariños y deseos de buen fin de semana!!!!

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    1. Gracias, querida Martha. Viniendo de tu sensibilidad social tan comprometida, el comentario es muy valioso para mí.

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