Reivindicación del viajante de comercio

(Caminante. Foto de H. Darío Gómez A.)


No hablaré de Willy Loman, el frustrado viajante de comercio que nos pintó Arthur Miller con su pluma nihilista (sus razones tendría). No. Hablaré de esa criatura singular que es nuestro agente viajero del trópico, ya sea un visitador médico o un cacharrero: es un tipo más positivo que Loman, sin duda, un explorador nato, un animal ubicuo que no forma parte del paisaje pero lo modifica; aunque (hay que decirlo) no siempre para bien. 

Lo cierto es que desde antiguo ha habido viajeros con fines comerciales: Un tal Heródoto de Halicarnaso que exploró las tierras de Egipto, donde afirmó haber visto animales sin cabeza y con los ojos en el lomo; Fa-Hian, un monje chino que encontró en las nieves perpetuas de Afganistán, al occidente del imperio, dragones viperinos y otros animales fantásticos; o bien el legendario Cosmas Indicopleustes, marino de Alejandría, que demostró en su “Topografía cristiana del universo”, sin error aparente, que la tierra es cuadrada, a despecho de nuestros cosmógrafos de hoy, descreídos e impíos como sus satélites fisgones; y Solimán, mercader de Basora, que pescó en el mar de Omán, según cuenta Julio Verne, un escualo en cuya panza halló otro más pequeño que a su vez se había tragado otro menor todavía, todos vivos; en fin, Marco Polo, Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Fernández de Oviedo, el sanguinario Lope de Aguirre y otros más que contaminaron con sus relatos calenturientos los bestiarios del nuevo mundo y las mentes impresionables de los escritores de ciencia ficción.

Pero emulando la tenacidad e imaginación de aquellos, el agente viajero no se queda atrás en su empeño por los periplos. Provisto de un maletín con los muestrarios del universo, el viajante de comercio va por el suelo patrio con su chaqueta liviana colgada al hombro, remontando los ríos hasta sus nacimientos, coronando las montañas y recorriendo el fondo de los valles a través de polvorientos caminos, sólo para abastecer de hilos una tiendecita miscelánea acomodada en el borde del territorio.

No es de plomo que están hechas las suelas del agente viajero, de manera que jamás sienta sus reales ni por la sonrisa invicta de una muchacha. Tiene este caminante de pies gastados por el uso, algo de tahúr penitente y de cronista de cafetín; sabe asimismo que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón”, como dijera San Agustín; y por eso nos transmite con sutileza la humildad de quién ya lo ha visto todo. Mas, sin embargo, ¡qué grande es! Acaso él, sin saberlo, es un hombre sabio cuando nos describe el mundo; su mundo, claro está. Es un libro abierto de recuerdos, paisajes, situaciones y sentimientos que trascienden la ingenua cotidianidad familiar. De regreso al hogar el viajero se convierte en el héroe de Itaca que refiere a sus parientes los peligros, fatigas y aulagas que tuvo que pasar para retornar. Nunca es más grande que cuando relata al calor de un café negro esos pequeños accidentes que suelen ocurrirles a los viajeros del trópico: el surgimiento intempestivo de unos dragones camuflados (guerrilleros o paracos, lo mismo da) en la mitad del camino, cuyas lenguas de fuego alcanzan a un pasajero que no debía llegar a su destino; o una calle aparentemente inocente que se convierte sin previo aviso en un pérfido arroyo (como suele pasar en la "Arenosa") que rapta a los transeúntes para llevarlos hasta el río madre que se alimenta de peatones distraídos. A su manera, el agente viajero es testigo de excepción de los prodigios singulares que suceden en su pequeña porción del planeta, y que nos demuestran que la tierra sigue siendo cuadrada, al menos por estas latitudes, como lo conjeturó hace quince siglos el viajero de Alejandría, por buen nombre, Cosmas Indicopleustes.

Comentarios

  1. Estimado Dario voy a hacer varias entradas, asi borrar la que quieras.
    Primero no se porque tu blog no se me actualiza esta como si fuera hace un mes de tu ultima entrada, vere llevare de nuevo la direccion.

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  2. Contestando tu amable visita te dire que dejo que los seguidores comenten sus sentires como una forma de trabajo espiritual en ese momento.
    Veras que cada uno ve una parte de lo que ahi se dice.

    Lo escribi en el sentir de darse en todos los conocimientos que se vayan adquiriendo en el transcurso de la vida, sin ser egoistas.
    Y darse en el lugar del camino espiritual que se haya transitado.
    En cada uno esta saber encontrar el camino.

    Contesto por email personal si algo lo encuentro un poco oscuro, especialmente si hacen alguna alusion a la politica de mi pais.

    Leyendote me regresastes a años juveniles que trabaje un tiempo en un comercio que empleaba viajeros por todo el interior del pais.
    Recuerdo los corredores de librerias e importadores de juguetres que visitaban a mi padre.
    Ahora ese personaje ha desaparecido.
    Mi pais pequeño en terrotorio lo ha ido dejando de lado, claro que quedan quienes hacen propaganda de sus productos, pero generalmente son los mismos transportistas.
    Tambien debemos decir que han ido siendo minoria los comercios pequeños los supermercados van tomando fuerza.
    Ahora si se ven con esos portafolios de cuero a los visitadores médicos.

    Fue gratisimo leerte y compartir tus letras tan sabiamente colocadas.

    Cariños

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    1. Si, es una lástima que estén desapareciendo oficios tan bonitos. Pero nos queda su memoria.

      Besos. Darío

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  3. Pase a visitarte y a desarte una semana con buenos logros.

    Cariños

    Frase de la semana:
    "Todos deseamos mejorar el mundo, y todos podemos hacelo con solo empezar por nosotros mismos."
    (anónimo)

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    1. Muchas gracias, Martha, por tus buenos deseos. ¿Qué mejor forma de empezar la semana!. Un fuerte abrazo, querida amiga.

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  4. creo que el único posible enemigo del tiempo es la velocidad de las comunicaciones, estas reemplazan al viajante, cotizan y muestrean la mercadería en segundos y en horas estan en destino requerido, el romanticismo tambien desaparece de los oficios, hermoso recuerdo querido Peaton, saludos

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    1. Así es, querida, Amalia. Pero subsiste uno que otro. Tu compatriota, el cienasta Carlos Sorín, dibuja un hermoso personaje, un agente viajero, en su película "Historias mínimas". Besos, querida amiga.

      Darío

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