El palacio de Versalles
(Finca "Versalles", Saboyá, Boyacá, Colombia. Fotos de David Nieves)
“Versalles”: así reza la escritura pública de la notaría única
de Saboyá al referirse a un predio
rural de unas cuantas fanegadas, ubicado en la vereda de la Lajita (no precisamente en
la campiña francesa, en la región alpina de Ródano,
como lo sugiere el nombre del municipio
boyacense al que pertenece), que adquirimos hace más de quince años doña Inés
del alma mía y el suscrito, en común y proindiviso, con el único fin de legar a
nuestros hijos un pedazo de planeta plantado con robles y alisos.
Pero sucede que el nombre determina la cosa (al menos eso afirman algunos metafísicos), de suerte que un fundo
denominado “Versalles” debía tener,
además de espléndidos jardines (que los tiene y muy naturales), un digno
palacio para solaz de la reina, una princesa
y dos príncipes.
El caso es que yo de Luis XIV tengo poco, menos aún su fortuna, conque
doña Inés se propuso a fuer de trabajo disciplinado (y escasa ayuda mía) obtener los recursos para levantar un palacio que adornara los jardines de “Versalles” (el de Boyacá), hasta lograr el cometido, no sólo de alojar cómodamente nuestros sueños de los fines de
semana, sino de hacer prosperar en nuestra landa un hermoso y productivo cultivo de moras
(dulces y ácidas a la vez, como su carácter).
Y ahí está levantado el “palacio
de Versalles” de doña Inés, donde el lujo y el boato del chàteau original son
reemplazados por la calidez de su dueña y la hermosura natural del paisaje, que ya hubiera querido tener el tal Luis ese.
Para qué más.
(Cultivo de moras y flores con robledal al fondo. Fotos de H. Darío Gómez A.)
Con esa forma de dar a conocer ese pedazo de tierra lleno de esperanzas, se jodio por que me muero de ganas de conocerlo, pacho
ResponderEliminarNo es sino que diga cuando y nos vamos. El negrito también me escribió en ese sentido. Toca concertar al gato. Un fuerte abrazo.
EliminarPues a disfrutarlo mucho.... un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga. Viniendo de Gaia, la madre tierra, lo asumo como un mandato responsable y muy ecológico. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarCasi todo el mundo está de acuerdo con que la vida silvestre nos abre el buen ánimo y renueva nuestras esperanzas, de alguna vez contar con un planeta más armonioso.
ResponderEliminarAsí que verlos en un mundo más natural, me hace sonreír y pensar en lo bien que les vienes los aires esos.
Yo vivo en un pueblito más bien rural y todavía alrededor de mi casa hay parcelas de siembra de elotes( no sé si ustedes les llamen mazorcas), algunos vegetales y árboles frutales.
Gracias por compartirnos esos bellos momentos.
Saludos desde hasta acá: La tía Ku
Gracias por tus buenos deseos, tía. En efecto, en ese encuentro espiritual con la naturaleza uno se da cuenta de la cantidad de bienes banales que uno no necesita.
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