No hay huellas en el agua

(Río Calandaima, Apulo, Cundinamarca. Foto de H. Darío Gómez A.)

 

“Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua”

Epitafio de J. Keats

 

Por H. Darío Gómez A.

 

Afirmaba Heráclito que la existencia, 

como el río viajero, es un continuo fluir.

 

Sentados en la orilla, inmóviles en la contemplación del agua,

pareciera que zarpamos río arriba con rumbo al origen

en busca de los instantes de la infancia.

Navegamos contra la corriente indomable

ganando recuerdos, como kilómetros en reversa,

hasta recuperar los años que nos acercan al llanto inicial.

 

Y entonces nos preguntamos:

¿Dónde están las huellas del calzado de la inocencia?

¿Qué ventarrón se llevó, sin darnos cuenta, el escuadrón de libélulas

que agitaban sus hélices tornasoladas desafiando al sol?

 

Vencidos por la resistencia del río nos dejamos regresar.

Conque la corriente nos revuelca el cieno de la memoria

y se detiene en los meandros

a contemplar el llanto de los sauces

que nos miran pasar con su nostalgia vegetal.

Y varados de nuevo en la ribera del presente,

tiramos una piedra al agua para constatar

que ya no existen las huellas de la infancia.

Comentarios

  1. !Oh, qué hermosura de poema y de reflexión!!!!, hermosísimo, sí señor, aunque Darío, sabes que cuando tiramos una piedra al agua, ésta, forma círculos concentricos que van creciendo hasta tocar tangencialmente la orilla... es una ley de la física; y, como ella, la memoria de nuestra infancia y nuestra infancia misma está ahí, cual orilla, esperando ser tocada por la tangente del círculo de una piedra tirada al agua, porque al fín y a la postre y sin querer contradecir al gran maestro y su teoría del devenir, todo cambia efectivamente por el mero transcurso del tiempo, pero hay cosas, que almacenamos mucho más allá de la memoria, una de esas cosas es nuestra infancia, que dicen los psicólogos, es la responsable en mayor medida de que seamos como somos.
    Me encanta tu poema Darío, porque es un poemazo hermoso y profundo, y porque no está sometido a la rima (te confieso que a mí, me parece que de alguna manera, la rima viene a encorsetar sentimientos y pensamientos, y todo lo más puro jamás está enlatado).

    Mil besitos gordotes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco he sido amigo de la rima, querida Alicia, salvo para ejercicios matemáticos de octavillas o sonetos endecasílabos, por pura diversión.

      Eliminar
  2. No no dejamos huellas en el agua no quedan nuestras pisadas, tampoco si sembramos en el mar.
    Pero....una lucecita me dice que de antaño, de nuestra niñez traemos valores que podemos o no desarrollar a traves de la vida...eso si depende de nosotros.
    Fue gratisimo leerte en especial como poeta!!!!!

    Cariños

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. si, Martha. La niñez nos determina para siempre. Y su recuerdo sigue siendo como una suerte de faro.

      Eliminar
  3. bello escrito querido Peaton, también creo que la vida es río que nos lleva a cumplir nuestro destino mientras la infancia nos saluda desde la linea del horizonte, saludos amigo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy sabia y poética tu reflexión, Amalia. Gracias por estar.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cien años del barrio San francisco Javier de Bogotá, AMDG

De Boyacá en los campos… el tejo, nuestro deporte nacional

Bulevar Niza cambió sus gratas terrazas por más locales comerciales