Nostalgia por las librerías de antaño

(Librería Buchholz, años 60s., Bogotá, Colombia)

Sin más ni más se fueron apagando las luces de la sabiduría en Bogotá. Y como la cultura no tiene muchos dolientes en nuestra, dizque “Atenas” suramericana, pocos se percataron de la desaparición de las librerías emblemáticas de la ciudad. 

Vivimos en una ciudad relativamente joven, atacada con precocidad, como los lotófagos, por la enfermedad del olvido. Una urbe poseida por las contracciones nerviosas producidas por la incertidumbre y los juegos de azar –no en vano hay un casino en cada esquina-.  Pero librerías… quedan muy pocas.  Sobreviven  por fortuna la Central –fundada por el sabio austriaco, Hans Ungar, alma bendita-, la Mundial, de mi amiga, la señora Gaitán, la Lerner, Luvina, San Librario, Alejandría, Biblos, la Nacional, FCE y otras dos o tres. Muy pocas, en todo caso, para una ciudad de casi nueve millones de potenciales lectores. Y ni que hablar de los libreros: partió hace unos años don Hugo –el de la Lerner- para certificar la extinción de esa rara y deliciosa especie bogotana.

Yo no me imagino la desaparición de la librería “El Ateneo” en Buenos Aires o la “Porrúa” en ciudad de México -por citar sólo un par de ejemplos- sin escándalo general de sus ciudadanos, sean estos lectores o no.  En Bogotá, sin embargo, -me perdonarán el ritornelo- sin más ni más  se nos fueron apagando las luces de la sabiduría sin que nadie dijera nada.   

Y para acabar de ajustar nuestro patético estado del arte, la ciudad tiene por estos días sus entresijos al aire -por la cantidad de obras públicas que se adelantan sin concierto y a los trancazos-, como si fuera un cíclope agonizante tendido a los  pies de los cerros orientales. De esta triste suerte, valdría la pena que Bogotá siguiera el consejo del médico de don Quijote en el sentido de que: “por sí o por no, atendiese a la salud de su alma, porque la del cuerpo corría peligro”.

En tal virtud, me atrevo a parafrasear al poeta Villón para preguntar:

Decidme,  ¿dónde, en que lugar se oculta la librería Gran Colombia con sus tertulias proverbiales?
¿dónde yace la Casa del libro, y dónde  la Buchholz, la más encantadora de todas?
¿dónde se esconde la Contemporánea, cautivando a qué lectores?, 
ella, que  brillaba cerca de mi casa y me sedujo con sus volúmenes. -su recuerdo aún me llega cuando camino por el Lago-.  
¿Pero dónde están las librerías de antaño?
¿Dónde habita el Tercer Mundo, librería cosmopolita, por cuya estratégica ubicación sus dueños, según dicen, vendieron el local de la calle diecisiete para establecer un elegante Café?
 ¿Y dónde – diga usted – está la librería siglo XX, que se negó a entrar al presente siglo, arrojando su cuerpo exangüe a las aguas subterráneas del río San Francisco?
¿Pero dónde están las librerías de antaño? 
Otro tanto se lleva el viento……

créditos foto: Zentralarchiv Staatliche Museen Zu Berlín

Comentarios

  1. Por acá los grandes espacios han ido desapareciendo pero se han traladado a lo shopping o en antesalas de los suoer importantes,
    Si bien tambien an algunos barios aun podemos encontrar buenos locales.
    Por aca estan dando buen resultado las bibliotecas municipales o de comisiones profomento

    Nosotros tenemos una bastante buena y es importante ayudarla.

    Amo los libros pero sus costos van aumentando demasido,

    Siempre hay que recordar que la cultura nos hace libre desde dentro y....... que importantes es que los pueblos lean, pero creo que es primordiall fomentarlo en los niños

    Cariños

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    1. Coincido con tu manifiesto sobre la cultura del libro, querida Martha. Y las bibliotecas son un oasis de salvación.

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  2. creo que en el mundo estan desapareciendo estos bellos locales de tertulia, lo raro es que todos lamentamos su desaparición, añoramos su presencia, pero los dueños del poder y el dinero han disidido que ya no son necesarios...
    por aquí en Córdoba "la docta", así llamada por sus universidades y valores culturales, también el progreso esta barriendo con esos lugares tradicionales, dejo mi abrazo querido amigo

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    1. y también por tu sabiduría, querida Amalia, Córdoba es conocida como "la docta". Me encanta volverte a tener en el ciberespacio.

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  3. Lo de la desaparición de las grandes librerias, esas de toda la vida, me temo Darío que no es un fenómeno bogotano, sino más bien algo generalizado hoy día. La sociedad cada vez tiene más y más prisa, y lee menos, y mucho de lo que lee lo consume digitalmente, y entre tanta tecnologia avanzada y la cultura de la imagen, siempre por encima a la del texto, se van yendo de las ciudades al solar de la memoria esas liberías de antaño... las fagocita la especulación o cadenas multinacionales como la Fnac, donde se vende lo mismo un libro, que una cámara de fotos, un telescopio, una calculadora, o el ultimo disco del cantante de moda.
    Se van las grandes librerias de antaño, igual que también se fueron los grandes cines de antaño, devorados por los centros comerciales y sus cadenas de multicines, y como en la película Amarcord de Fellini, nos quedaremos solo con los recuerdos, los recuerdos y la voz del pobre loco gritando aquello de "la plaza es mía, la plaza es mía", Una triste realidad cotidiana allí y aquí: van desapareciendo las grandes librerias, bajo los ojos nostálgicos de unos pocos románticos, y la pasividad fría de una sociedad embuida en sabe Dios qué cosas.

    Mil besitos gordotes

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    1. Me encantó tu referencia cinematográfica, querida Alicia. Un besote.

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  4. Darío: Ante todo te felicito por el nuevo "look" de tu blog, quedó ¡muy guapo!
    No había entrado porque mi traidor pc me la hizo otra vez.
    Pero ya estoy aquí de nuevo.
    Con aquello de que me preparo para emigrar a la "uropas", mi hijo, con esa linda y buena dispocisión que tiene con su madre, hace tres domingos vino por mí y me llevó a la librería Gandhi, para darme el alegrón al regalarme mi actualísimo Kindle.
    "Ma, ahora ya no vas a tener que cargar con tooodos tus libros (ya ves como es eso del exceso de equipaje) , ahora en este pequeño librito, puedes tener todos los que quieras"
    Yo, vi mi flamante regalo y me porté como la mejor de las actrices: "¡Ay hijito, muuuchas gracias, eres un sol!"
    Pero a solas lancé un largo suspiro. Mi hijo no sabe cuánto voy a extrañar el escoger personalmente mis libros y percibir el olor del papel y la tinta.
    Bueno, ¡que le vamos a hacer, bienvenida la tecnología!
    Saludos cariñosos desde hasta acá, querido sobrino: DK

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    1. Te entiendo perfectamente, tía. Nada puede reemplazar esa forma de la felicidad que describes.

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  5. Mal que nos pese
    todo desaparece,
    las nuevas técnicas se llevan por delante
    la tradición y la manualidad,
    yo sigo leyendo en libros reales
    pero me temo que todo terminará,
    un abrazo

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    1. Ojalá que no M Teresa. Al menos mientras existan amantes de las letras como tú.

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  6. Queridas muchachas (5 hermosas de acá para arriba):

    Sé que compartimos el amor por el libro. Para nuestra tranquilidad, coincido con Umberto Eco en que el libro nunca desaparecerá, si bien es posible (como ya sucede) que adopte otras formas. Gracias por sus deliciosos comentarios.

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