Que no callen los poetas
Durante el presente mes de enero de 2014 resolvieron dejarnos por nuestra cuenta y riesgo tres grandes poetas y cantores de conciencia: Juan Gelman, José Emilio Pacheco y Pete Seeger. A mi juicio, el mejor homenaje a su obra contestataria es difundirla para que, como en la canción de Seeger "If I had a Hammer", sigamos martillando nuestra perorata de la paz hasta que alguien nos escuche.
Ahí van los poetas:
Sobre la
poesía
habría
un par de cosas que decir/
que
nadie lee mucho/
que
esos nadie son pocos/
que
todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y
con
el asunto de comer cada día/se trata
de
un asunto importante/recuerdo
cuando
murió de hambre el tío juan/
decía
que ni se acordaba de comer y que no había problema/
pero
el problema fue después/
no
había plata para el cajón/
y
cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo
el
tío juan parecía un pajarito/
los
de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén/
murmuraban
que
siempre los están molestando/
que
ellos eran hombres y enterraban hombres/y no
pajaritos
como el tío juan/especialmente
porque
el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje
hasta
el crematorio municipal/
y
a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos/
y
cuando le daban un palmetazo para que se callara la boca/
el
pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que
les
hacía pío-pío en la cabeza/el
tío
juan era así/le gustaba cantar/
y
no veía por qué la muerte era motivo para no cantar/
entró
al horno cantando pío-pío/salieron sus cenizas y piaron un rato/
y
los compañeros municipales se miraron los zapatos grises de vergüenza/pero
volviendo
a la poesía/
los
poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie
los lee mucho/esos nadie son pocos/
el
oficio perdió prestigio/para un poeta es cada día más difícil
conseguir
el amor de una muchacha/
ser
candidato a presidente/que algún almacenero le fíe/
que
un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que
un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
y
nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron
las
muchachas/los almaceneros/los guerreros/los reyes/
o
simplemente los poetas/
o
pasaron las dos cosas y es inútil
romperse
la cabeza pensando en la cuestión/
lo
lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en
las más raras circunstancias/
tío
juan después de muerto/yo ahora
para
que me quieras/.
Juan
Gelman
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Ecuación de primer grado con una incógnita
En el último río
de la ciudad, por error
o incongruencia fantasmagórica, vi
de repente un pez casi muerto. Boqueaba
envenenado por el agua inmunda, letal
como el aire nuestro. Qué frenesí
el de sus labios redondos,
el cero móvil de su boca.
Tal vez la nada
o la palabra inexpresable,
la última voz
de la naturaleza en el valle.
Para él no había salvación
sino escoger entre dos formas de asfixia.
Y no me deja en paz la doble agonía,
el suplicio del agua y su habitante.
Su mirada doliente en mí,
su voluntad de ser escuchado,
su irrevocable sentencia.
Nunca sabré lo que intentaba decirme
el pez sin voz que sólo hablaba el idioma
omnipotente de nuestra madre la muerte.
de la ciudad, por error
o incongruencia fantasmagórica, vi
de repente un pez casi muerto. Boqueaba
envenenado por el agua inmunda, letal
como el aire nuestro. Qué frenesí
el de sus labios redondos,
el cero móvil de su boca.
Tal vez la nada
o la palabra inexpresable,
la última voz
de la naturaleza en el valle.
Para él no había salvación
sino escoger entre dos formas de asfixia.
Y no me deja en paz la doble agonía,
el suplicio del agua y su habitante.
Su mirada doliente en mí,
su voluntad de ser escuchado,
su irrevocable sentencia.
Nunca sabré lo que intentaba decirme
el pez sin voz que sólo hablaba el idioma
omnipotente de nuestra madre la muerte.
José Emilio Pacheco
gracias, una formidable entrega,
ResponderEliminarsaludos
Gracias a tí por la visita, Omar.
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