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Mostrando entradas de abril, 2014

Elena Poniatowska, la escritora de los andariegos comunes y corrientes

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(Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2014. Foto www,facebook.com) "Ningún acontecimiento más importante en mi vida profesional que este premio que el jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina que no es Teresa Panza ni Dulcinea del Toboso, ni Maritornes, ni la princesa Micomicona que tanto le gustaba a Carlos Fuentes, sino una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan. Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, “ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos (...)" (Apartes del discurso de E. Poniatowska al recibir el premio Cervantes)   Y a

Pequeñas narraciones intrascendentes

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(Flores silvestres en la finca Versalles, Saboyá, Boyacá. Foto de H. Darío Gómez A.) Florecita del campo El peatón cuenta que…… Flor Burgos, cédula 5.678.876 de Macaravita, Santander, por buen mote “Florecita del campo” (como la llamábamos en la oficina), tenía dos cargos en el despacho: uno, el oficial, como operaria de cafetería y aseo. El otro, subrepticio, hacernos   mandados a los funcionarios. A cambio de una congrua propina, Florecita compraba esmaltes a las muchachas, cobraba cheques endosados, recibía encomiendas con nuestra autorización escrita y nos traía empanadas con ají. Quizá por su origen bucólico se amañaba más a la intemperie, bajo el rigor de los elementos, que al interior de un desapacible despacho gubernativo. Era feliz en la calle, al aire libre y contaminado de la ciudad (pero libre al fin de cuentas). Un día la jefe de personal le informó que a partir de la fecha le quedaba terminantemente prohibido hacernos mandados a los funcionario

Lola, la almojabanera

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(Mujer, Escultura de Fernando Botero, Museo de Antioquia, Foto de H. Darío Gómez A.) ¿Quién es esa mujer que repite cada día  el milagro de la multiplicación de los panes en una ínfima fracción del planeta? Es Lola, la almojabanera , por buen nombre Dolores. Y a pesar de su gracia, el espíritu más alegre de toda la galería. Con sus manos regordetas y tostadas, como almojábanas recién horneadas, acomoda en la precaria vitrina su mercancía.  Mientras me sirve un vaso de avena helada se le escapa un rizo cimarrón de la cofia. Ella se apresura a retirar de su frente el pelo montaraz con los nudillos de la otra mano y me obsequia, de ñapa,  una sonrisa. La mujer, guapa, robusta y entrada en sazón, habla duro y madrea con ganas a los patanes de la plaza de mercado que la llaman solterona. Se pelea a gritos con la marchanta del líchigo por unos centímetros cuadrados de espacio, y asimismo con la muchacha de las flores por unos cuantos piropos manidos. Todo e

Twitter pasado por agua

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(Morichales. Obra de Aristides Lira González, www.artelista.com) Nunca imaginaron los antiguos achaguas del Casanare, que con el tiempo y por cuenta del invasor, su "catena manoa" se convertiría en un diluvio al revés.