Los arroyos de Barranquilla

Según la mirada de un náufrago bogotano




"Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir"
Jorge Manrique



El Peatón cuenta que...

Los arroyos son mitad calle y mitad río; son, digamos, la especie anfibia de las calles; o mejor, son ríos dormidos camuflados como calles. Son, en todo caso, los agentes secretos del río madre. Durante las lluvias equinocciales, las calles de Barranquilla recuperan su vocación acuática y se despierta en ellas un instinto fluvial como respuesta al llamado atávico de la corriente. ¡Pero cuidado! este fenómeno tropical no es tan inocente como parece; el río Magdalena cobra a sus afluentes temporales un tributo de vidas humanas. Se sabe que desde la época del naufragio de los bergantines de Don Pedro Fernández de Lugo son muchos los incautos que han sido víctimas propiciatorias de este tributo infame. Mediante tal artificio, el río madre ha reclamado para sí a conquistadores españoles, amas de casa apuradas, agentes viajeros desprevenidos, amantes furtivos, niños inquietos, y borrachos envalentonados por el elixir de la dicha.

Sin darnos cuenta, los arroyos de Barranquilla acechan de forma permanente nuestras vidas precarias. Desde las alcantarillas, que son como sus agallas, nos miran pasar con algo de lástima, esperando la llegada de las lluvias para arrastrarnos con nuestros sueños y miserias hasta las aguas del río Magdalena, ávido de criaturas terrestres.

¡Ojo con esa calle que te espera con perfidia! ¡pilas con ese arroyo que te mira con lascivia de Caronte enguayabado……!

créditos foto: www.elheraldo.com

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