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Mostrando entradas de junio, 2014

Alabanza de la bicicleta

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"hay que hacer un esfuerzo y doblarse en dos sobre las bielas (...)"  Horacio Quiroga   Digo alabanza por decir algo, porque el antropólogo francés Marc Augé ya escribió un estupendo elogio de la bicicleta, y mucho antes Horacio Quiroga había concebido un texto genial celebrando las virtudes del mejor invento(*) de la historia de la humanidad después de la rueda: la bici o cicla, como le decimos en Colombia con cariño. Mas es lo cierto que redescubrí la dicha de andar en cicla, y en consecuencia dejé de ser el bípedo implume del que hablaba Platón para convertirme en un b í ciclo implume: un hombre  de dos ruedas. El desconfiado lector pensará que son meros arrebatos de este peatón por cuenta de los recientes triunfos de sus compatriotas en Europa, pero no. Mi dicha es legítima. Acaso tenga que ver con el hecho de experimentar de primera mano (¿o primer pie?) la eficiencia de un vehículo que convierte el esfuerzo relativamente pequeño de la propulsión humana en vel

Trueque en la plaza de Engativá

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“cambio mi vida por lámparas viejas,  o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas... ... la cambio por un romance, la cambio por un soneto; por once gatos de Angora, por una copla, por una saeta, por un cantar; por una baraja incompleta; por una faca, por una pipa, por una sambuca... “ León de Greiff En Colombia se acuñó hace más de treinta años el concepto de nuevos ricos para referirse a una clase emergente que pelechó a la sombra del narcotráfico y la corrupción. Hoy, sin embargo, como consecuencia del desempleo rampante y merced a la ausencia de políticas gubernativas de apoyo al emprendimiento, al empleo formal y digno, se ha ido desvaneciendo la clase media para dar paso a otra clase social conocida como  nuevos pobres . O pobres vergonzantes, como llamaba mi abuela Sofía a las personas acomodadas que caían en desgracia financiera de un momento a otro, de suerte que debían acudir a familiares y amigos para solicitar su apoyo en las aulagas, ya fuera de manera

Encrucijada del alma

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El próximo domingo 15 de junio los colombianos decidiremos si nos quedamos en la paila o saltamos al fogón. Difícil encrucijada. Pero permaneciendo en la paila, aún nos queda la esperanza de aliviarnos con el agua fresca de la paz. Y entre tanto, continuaremos la lucha democrática (o sea de las ideas y la participación social) contra la corrupción y la perniciosa política neo liberal del establecimiento.

Soneto de la mujer que mira un buque zarpar

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(Castillo de Salgar, Puerto Colombia. Foto cortesía de  www.flickr.com) (Por H. Darío Gómez A.) Eterno viajero de cabotaje Atracaste a salvo en mi ensenada, Tu buque ancló pacífico en la rada Merced a mi abrigo del bravo oleaje. No estaba yo para extraviar tu viaje, Ni aun  para dilatar tu partida, Pero me empeñé en orientar tu vida Hacia los confines de mi paraje. Mas, tu destino estaba en otro puerto Y con fácil billete de regreso Dejaste al partir mi corazón yerto. ¡Oh dulce melancolía de tu ausencia! Dolor por saber tu recuerdo muerto. ¡El olvido es de la soledad esencia!

Antipatriota

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(Paisaje de Santa Sofía, Boyacá. Foto de H. Darío Gómez A.) Nunca falta el ignorante que me llama apátrida, queriéndome decir antipatriota. Pero a despecho de los cavernarios, yo también tengo nacionalidad colombiana. Tanta, que me impregnó con el vocabulario suficiente para extraer de su abstruso significado el amor que destilan las canciones de cuna, el lenguaje cifrado de los niños que echan a volar sus cometas en los potreros, las señales socarronas que emiten las manos callosas de los labriegos, el mensaje oloroso de las cocinas  y aun las voces coloridas de los animalitos. Y, claro está, las risas indescifrables de las muchachas con delantal florido que adornan su mayúsculo paisaje (el de la patria), con toda la naturaleza que contiene su lienzo frágil. Lo demás, (o sea, los símbolos), lo cedo a título gratuito al establecimiento.

Te respondo con una décima (electoral)

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(el peatón en Otraparte. Foto de Alejandro Gómez B.) Me preguntas por quién votar Para evitar el desastre: ¿Cómo desatar el lastre De esta violencia sin par? Nadie me podrá impugnar La razón de la vida, Vota con la cara erguida Por la esperanza de la paz. Y no le escondas tu faz A nuestra Arcadia perdida.                                                                                            H. Darío Gómez A.

"Dígale que yo la quiero, que qué buena hembra"

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(Mujer con sombrilla, escultura de Botero, Museo de Antioquia, Medellín. Foto de H. Darío Gómez A.) La guerra  no es sólo una sucesión de actos absurdos motivados por intereses mezquinos y alimentada con la carne de cañón de los desposeídos, sino que además cuenta con un agujero negro que se traga la poca humanidad que les resta a sus actores. Pero a veces algo queda. De suerte que en medio del horror, hasta los más duros combatientes se llevan al sepulcro como único bien cosechado en este mundo el recuerdo de una caricia a título precario, la sensación de un roce de piel transado de antemano o el perfume barato de la damisela untado al pellejo. Personalmente creo que más allá de la barbarie, la devastación, el abuso sexual, la violencia de género --las mujeres son consideradas como botín de guerra--, el reclutamiento forzado de menores de edad para  prestar servicios sexuales a los alzados en armas, en fin, de la estadística y la desesperanza, a veces surge en las entrañas