Manual de uso de Facebook para padres intensos
(Peatón cosmonauta. Foto de Rafael Gómez B.)
Una explicación no pedida, como se sabe, es la aceptación de una culpa. Sin embargo, no es mi culpa tener una hija, que es la luz de mis ojos,
viviendo a tres mil kilómetros de distancia. Ni que la red social de Facebook se haya convertido en mi mejor
aliada para sentirla cerca. Si hay en ello alguna actitud reprochable, habría
que achacarla al hecho de ser un padre intenso. Siendo así las cosas, acepto mi
culpa en aras del cariño paternal.
Como sea, lo cierto es que a juicio de mi retoño hago uso indiscreto
de tal herramienta informática. Parece, además, que teniendo la oportunidad de
oro para opinar sobre sus fotos,
ocurrencias y actividades cotidianas, mis comentarios y likes son vistos por
ella como una atrevida intromisión de carácter generacional.
El Facebook abre canales de comunicación masiva, propicia actitudes, genera tendencias (para
bien y para mal, como dice el bolero), promueve opiniones y movilizaciones en
pro de causas variopintas, convoca reuniones, conspiraciones, en fin, gana seguidores para
mayor ventura de sus usuarios; y, claro está, permite para vergüenza de los
hijos, la participación de sus padres intensos.
Sólo hasta cuando le reproché a mi hija por no responder a
mis comentarios del Facebook, ella me
hizo caer en cuenta que de alguna manera estaba invadiendo su espacio vital.
Porque (y hasta ahora vine a entenderlo) el Facebook es el ágora de los
jóvenes, su punto de encuentro y de fuga. Es decir, lo que fue la esquina de la
cuadra, el centro comercial o el parque para nosotros. Espacios donde, efectivamente, nunca tuvimos
la intromisión de los mayores. Tiene sentido.
De suerte que mi hija aprovechó la coyuntura para poner las
cosas en orden, y con esa claridad cartesiana típica de su formación científica dio en la flor de advertirme: "Padre, vamos a ponernos de acuerdo en el manual de uso del Facebook.
De ahora en adelante tendrás un cupo semanal, no acumulable, de un comentario y
dos likes. Tus comentarios no serán respondidos en principio, salvo que, a mi
parecer, merezcan un guiño o una respuesta escueta. Por lo demás, interpreta mi
silencio. Procura no escribir comentarios del tipo "progenitor cariñoso": si eso
llegare a ocurrir, correrás el riesgo de no obtener ninguna respuesta o lo que es mucho peor, recibir emoticones con gestos que podrían herir tu sensibilidad de padre. Lo anterior, sin perjuicio de la inminente posibilidad de ser eliminado irrevocablemente de mi grupo de amigos (unfriend)”
Y aquí me tienen frente al Facebook, con el corazón
rebosante de likes, pletórico de comentarios melifluos y cursis que tendré que
reservar para mi encuentro, ya no virtual, con mi adorada hija.
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