Simpatía por los pequeños timadores



"Podemos llegar a tener, sin embargo, una concepción aceptable del asunto, si definimos, no la cosa en sí, el timo, sino al hombre como un animal que tima"
Edgar Allan Poe, ("El timo considerado como una de las ciencias exactas")

A riesgo de ser denunciado como apologista del timo por algún ciudadano decente, debo confesar que simpatizo con los pequeños timadores. Y conste en el acta que lo digo en mi condición de víctima del ilícito. Evidentemente no me refiero a los banqueros o a ciertos políticos, pues tales especímenes pertenecen a las grandes ligas del timo según lo denunció Edgar Allan Poe hace más de un rato. Hago referencia a los estafadores al detal, a los “chichipatos”, si se quiere, -para utilizar un adjetivo más coloquial-, quienes sólo cuentan con su creatividad como insumo para desempeñar el oficio.

Ahora bien, ni siquiera estoy seguro de que el sujeto del cual les hablaré a continuación sea realmente un timador. Lo digo porque el verdadero estafador aprovecha el ánimo de lucro fácil de su víctima, que actúa como un catalizador para perfeccionar el delito. Los ejemplos cunden dolorosamente en Colombia, de modo que no vale la pena hurgar heridas sin restañar.

En mi caso el sujeto en cuestión apeló a mi ego, amén de mi solidaridad parroquiana. Pasaba yo por la Clínica de la Fundación Santa Fe, en el norte de la ciudad, cuando fui abordado por un hombre joven vestido con sudadera, cachucha deportiva, lentes oscuros y tenis de marca, que me recitó el siguiente libreto: 

Doctor, que gusto me da verlo de nuevo, hace días que no va por el club a jugar golf. 

Aquí es donde el tipo invocó mi ego como dije anteriormente, pues, ni soy doctor, ni le jalo al golf, ni pertenezco a ningún club, a no ser el de hipertensos de la EPS. Sin embargo, me halagó mucho que el hombre me confundiera con un cacao, porque eso sí: no seremos ricos pero sí de buena familia, como decía mi abuela con candor vergonzante. De manera que notifiqué al personaje sobre su error, pero él lejos de rendirse, me dijo que actualmente era caddie en un club de golf, y que seguramente me conocía de otro club, tal vez uno de tenis, donde también había sido recogebolas. Le insistí en que el único deporte que practico es el baloncesto, disciplina que se juega modestamente en los parques de barrio compartiendo la cancha en común y pro indiviso con los aficionados al micro fútbol. Pero resulta que otra virtud del timador es la persistencia; así que el hombre me ofreció disculpas por la confusión, y allí mismo soltó su carga de profundidad trayendo a colación la solidaridad deportiva con el fin de pedirme un aporte, en metálico, para ayudarlo a pagar la cuenta del hospital donde tenía, según él, una hija internada.

Como no era la primera vez que el tipo asaltaba mi buena fe de samaritano con tan peregrino relato, lo enteré de la situación, y le dije que no estaba dispuesto a caer nuevamente en su vil treta; pero que lejos de denunciarlo en público para su escarmiento, lo dejaría en paz como gesto de simpatía por su buena interpretación teatral. Le sugerí, eso sí, que escogiera mejor a sus víctimas, y que no se llamara a engaño con todos los prospectos que visten de paño y corbata, porque como andan las cosas por los lados de Usaquén, la mayoría de ellos pertenece a la escolta de personajones de la política o del jet set vernáculo. Por su bien lo previne para que no se le ocurriera molestar a tipos peluqueados al estilo Schuller, con gafas oscuras, corbata rosada, anillo con rubí y esclava de plata con el escudo de la Patria en la mano derecha. Esos son los más peligrosos, le dije. Los demás, somos trabajadores de clase media obligados a lucir traje de dos piezas a manera de overol para el trajín de la oficina.

El sujeto me miró con perplejidad y se alejó para abordar a otro prospecto más propicio.

Comentarios

  1. No me agradan
    Timadores=ladrones=mentirosos
    No me llevo bien con la mentira
    Saludos y buena semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí tampoco, querida Martha. Es evidente la ironía de mi escrito. Un fuerte abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cien años del barrio San francisco Javier de Bogotá, AMDG

De Boyacá en los campos… el tejo, nuestro deporte nacional

Bulevar Niza cambió sus gratas terrazas por más locales comerciales