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Mostrando entradas de diciembre, 2015

El millonario centenario del reino milenario

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(Sombra en una lagunilla de la Sierra Nevada del Cocuy. Foto de H. Darío Gómez A.) "Dinero sin solidaridad, es pobreza de verdad" Adagio popular Este era un hombre de ciento dos años que poseía varios miles de millones de billetes y vivía en un país muy antiguo. Pero no hagas juicios prematuros: el hombre no era un viejo riquísimo y avaro como el señor Berns, el de los Simpsons; o como nuestros agiotistas que se hacen llamar banqueros.   Nuestro millonario era, en cambio, un hombre justo que ayudaba a las personas, o dicho de otra manera, era un millonario solidario.   Pero, ¡eso no puede ser!, estarás pensando, al menos en este mundo egoísta.   Sin embargo, en ese país milenario, es decir, en el reino de las grandes magnitudes,   sí podía ser, pues   allí todo era exagerado.   De modo que   Generoso, (así se llamaba el millonario), muchacho centenario, era apenas un adolescente,   si se tiene en cuenta que su reino tenía diez mil años de fundado, y que l

Nuestros nombres (diálogo entre Arcadia y Dolores)

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(Pastores de Arcadia, el paraiso fantástico de la inocencia, la abundancia y la felicidad. Foto: wikimedia)  Arcadia – “Arcadia es nombre de mujer y   de antigua metrópoli del Peloponeso. Pero también significa felicidad perdida; es decir, nostalgia” Dolores – “Mi nombre es Dolores, como los que mortifican el cuerpo y el alma, tal los que anteceden el alumbramiento de la esperanza. Pero el dolor es dulce cuando prefigura la vida” Arcadia – “Y la brasa tibia de Arcadia mantiene encendida la esperanza de volver a sentir la dicha de la paz. Arcadia y Dolores (en coro) – “ ¿Quién puede afirmar que los nuestros son nombres tristes?”

Peregrinación laica del "Veinte de Julio" al "Primero de Mayo"

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De la guía zurda de Bogotá Cada cierto tiempo me viene una necesidad imperiosa de perderme en la muchedumbre. Impulso extraño si se tiene en cuenta que mi espíritu ermitaño se siente más a gusto trasegando por los caminos de la soledad. Acaso se deba a mi afición por los contrastes, esto es, la dicha de sentir que cuando abandono la turbamulta recupero mi individualidad y con ella, cómo no, el privilegio de volver a ser hombre y no masa. Como sea, ayer realicé mi peregrinación laica al barrio Veinte de Julio, en el sur de la ciudad, y me integré a una multitud de creyentes que tenía puesta su fe en el Divino niño Jesús sonrosado y regordete del santuario fundado por el salesiano Juan del Rizzo. Imposible no enternecerse uno con la esperanza legítima de los feligreses depositada en “el amigo que nunca falla”. Me consta que no todos los peregrinos van a pedir favores. Muchos acuden para agradecer los beneficios recibidos. Mas, es lo cierto que la falta de oxigeno,

El Canario que descubrió que trinar en tuiter eran lo suyo

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--> (Créditos foto: www.flickr.com) “A la abeja semejante, para que cause placer, el epigrama ha de ser pequeño, ágil, picante” Adagio popular no tan conocido Siempre ha habido jaulas. Y para que no estuvieran vacías y tristes, colgadas encima del lavarropas, se inventaron los canarios. O mejor, la costumbre de capturarlos y encarcelarlos para compañía emplumada de las personas solitarias. Los primeros fueron pájaros libres, eso es seguro, mas, con el tiempo, se convirtieron en seres cautivos, al punto que las nuevas generaciones salieron del huevo directamente a la jaula sin conocer durante toda su existencia el cielo que se asoma esquivo por la ventanita del patio de ropas, afuera de las rejas. De modo que el cautiverio es su estado natural. Posiblemente algún niño dirá con razón que eso es una infamia, que va en contravía de los derechos de los pájaros, en fin, que la libertad es inviolable según le enseñaron en la cátedra de la paz.   Yo