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Mostrando entradas de 2016

El loko Quintero

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Quienes nacimos en los años sesentas del siglo pasado (expresión que tiene hoy una connotación antediluviana), tuvimos el privilegio de criarnos al arrullo de los Teenagers, los Hispanos y los Graduados, unos conjuntos de música “caliente” que tuvieron algo en común: un cantante loco. El loko Quintero, por buen nombre, Gustavo. Y destaco su autoachacada locura porque en el caso de marras, considero que Quintero, bizarro si se quiere, más que orate fue un hombre de carácter, virtud escasa por estas calendas. Con el loko (así, con k) nuestra región andina comenzó a despercudirse la pacatería endémica del altiplano, aprendiendo a gozar y a bailar, cómo no, la música sabrosa del caribe colombiano.  Pero la nuestra es además una sociedad clasista. Y lo es de una manera tal, que fue refractaria durante mucho tiempo a la música tropical que consideraba música de negros, ruido de tierra caliente: es decir, música caliente. Y así se quedó. Sin embargo Gustavo, siendo antioqueño, es

FASTRAK(R)

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(Foto cortesía de Croydon) Esta mañana, frente al espejo, mientras me afeitaba la barba rala escuche nuevamente en la radio la palabra fast track. ¿Y qué es fast track?, me pregunté. FASTRAK(R) es un modelo de tenis ochenteros fabricados por Croydon, un poquito más caché que las adustas botas blancas de lona pro keds que nos obligaban a utilizar en clase de educación física. O si se quiere, según la inefable Wikipedia, fast track es “ es un protocolo de red en donde se pueden intercambiar archivos P2P. Se caracteriza por el uso de supernodos para aliviar la carga de los ...” etc, etc, etc, Ah, caramba! O también, según su traducción literal al castellano, es una vía rápida. ¿Vía rápida para qué?  Para que el Congreso, según Acto Legislativo previo, pueda debatir conjuntamente en ambas cámaras y con presteza las leyes relativas a los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC, agilizando de esta manera la puesta en marcha de lo pactado en la Ha

Lo cursi

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Buscando entre mis libros encontré esta perla que escribí hace casi treinta años, y me recordó, una vez más, que la cursilería tiene su tiempo y su encanto. SOS He tirado al mar del deseo mi única botella con la esperanza del rescate. Esto, o algo parecido dice el mensaje: Que tu boca llegue pronta a refrescar mis áridos labios de náufrago penitente, Que tus dedos, sutiles extensiones del tacto, vengan a calmar la sed de mis poros resecos por las caricias de la soledad inclemente. Mas, si te parece cursi el mensaje, limitémonos a lo prosaico: Se trata sólo de un beso y un abrazo.

"Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana"

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(Foto de Rafael Gómez Bedoya) Dice   Alberto Salcedo Ramos que la música nos ayuda a encontrar esos parientes que no nos llegan por vía sanguínea sino a través del sentimiento. Y, en efecto, cuando escucho mis canciones predilectas no puedo menos que   sentir empatía por ciertos personajes tan variopintos que   forman un arcoíris de valores. Así pasa con los colombianos. Somos de muchas índoles; algunos más cerca de la corrección, otros más lejos de ella, pero capaces de sacar lo mejor de nosotros cuando toca. Y ahora si que nos toca hacerlo para que no se extinga la esperanza de vivir en paz. Necesitamos el tesón del temible Pedro Albundia, cuyos remos producían un melódico rugir de hermosa cumbia. Requerimos el valor y la templanza de Jacinto Chiclana, alto y cabal, con el alma comedida, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida. Se precisan el estoicismo y la dignidad del aromo, ese árbol que nació en un rajón por su mala estrella, y en vez d

Los niños siempre nos sorprenden

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(El peatón, basquetbolista en ciernes. Foto familiar por allá en los sesentas) El peatón cuenta que… Los niños siempre nos sorprenden con sus preguntas. Esta mañana escuché a uno que le preguntaba a su mamá a dónde iría si él fuera una silla. Ante esa pregunta tan metafísica, la pobre mujer, perpleja, no supo que contestar. Yo también me quedé pensando en lo que podría responderle al chiquitín, en caso de ser su madre; y sólo hallé la clave en los consejos del maestro Gianni Rodari. Le hubiera respondido, quizás, que el destino de la silla depende de la familia a la que pertenece. Si fuera, por ejemplo, de la familia generosa de los muebles de comedor, iría con su madre, la mesa, su padre, el escaparate, y sus hermanas sillas a un salón cerca de la cocina para compartir los alimentos. Si, por el contrario, fuera la silla de una entidad financiera, no sería una silla sino la pretenciosa banca de un banco e iría a la sala de espera de la institución junto a otras ba

Pequeñas narraciones intrascendentes acerca de la esperanza de vivir en paz

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(Peatón en el barrio de la "Perseverancia", virtud que toca sacar a pasear de vez en cuando. Foto de Alejandro Gómez) El peatón cuenta que... Pasados varios días desde el plebiscito, la ciudad luce aún desconcertada, como el escenario de un tríptico del Bosco. Ya ni el fútbol, paño de lágrimas nacional, suscita emoción entre los transeuntes. Y ante esa desazón, contrasta la imagen de un obrero que taladra con furia inusitada el pavimento de una calle de Bogotá. Es como si quisiera reventar un absceso para drenar la podre que infecta la patria, y mitigar en algo el dolor de la inflamación. Tal es su empeño, que rompe la manguera del martillo neumático. Determinación no le falta al buen hombre, pero quizá su herramienta es inadecuada. Esa misma determinación debemos mantener para defender la paz. No es cosa de un día. Los jovenes están abriendo camino. Contaba mi padre que... En un pueblo de Antioquia, asolado por la sequía de varios meses, e

Santa Paula, mi barrio. O lo que queda de él

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(Cecropia peltata. Un Yarumo como este es lo único que quedó de mi casa en Santa Paula. Foto. www.flickr.com) PEQUEÑAS NARRACIONES INTRASCENDENTES   El peatón cuenta que…   Salvo mejor cuenta de alguna memoria menos precaria que la mía, hace cuarenta y cinco años el barrio de Santa Paula consistía en unas cuantas manzanas construidas entre la calle 108 y la 112, al oriente de la carrera 15. Lo demás eran lotes urbanizables utilizados provisionalmente como potreros donde pastaban vacas indolentes, que sólo se inmutaban al escuchar el pitido del tren del norte que paraba innecesariamente en la estación de Usaquén, quizá por costumbre o tozudez en el cumplimiento del itinerario, pues nunca había pasajeros esperando.   Salvo nosotros, que le poníamos piedras y monedas en los rieles, aguardando escondidos tras los árboles a ver que pasaba. Sin embargo nunca se descarriló el tren, y en cambio si extraviamos muchas monedas.   El potrero era el universo y la calle el ág

No es la realidad nacional, es sólo lucha libre!!!

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   ("El perínclito brutal",  foto de Alejandro Gómez B.) (foto: portal colombia) La luz vs las tinieblas, el yin y el yang, en fin, la dialéctica de la lucha libre, y, al final, la síntesis: como en los  westerns  de John Wayne, el bueno siempre gana. Así era antes. "Guía zurda de Bogotá VII". H. Darío Gómez A. De un lado están los técnicos, o sea, los buenos. Del otro, los rudos, es decir, los malos. Y en la mitad del ring , un juez venal que toma partido descaradamente por los rudos. No es la realidad nacional, es sólo lucha libre por relevos en algún lugar de Bogotá. Y ante ese maniqueísmo tan básico del espectáculo mexicano triple A, que sólo admite el bien y el mal, llama la atención que muchos asistentes le apuesten a los rudos. En la esquina   de los técnicos aparecen Aerostar y Ludxor  luciendo sus cuerpos atléticos enfundados en sendas capas impecables, pavoneándose ante un público femenino más bien apático. En la otra esquina,