Optimismo

De cara a la firma de la paz, ratifico mi optimismo. 




Nadie se llame a engaño: “no hay almuerzo gratis” (como aseguran los economistas neoliberales), y el hombre es lobo del hombre, si se quiere, como reza el necio precepto.
Pero lo importante no es la ley sino sus herméticas excepciones,
sus exiguas confirmaciones reducidas a pequeñas gotas de esperanza
por el autoclave manchesteriano.

Ocurren a veces incidentes generosos que no corresponden al azar, ni a la gazmoña caridad del poderoso, y he aquí que uno se reconcilia con la raza de los bípedos "pensantes"
cuando presencia una mano extendida al condenado
o cuando escucha la voz prestada sin interés a quien le negaron el crédito de sus palabras.

Uno se conmueve, qué sé yo, con los proyectos para colorear los mapas del despojo,
no con la hemoglobina de sus hijos, sino con pinturas de maíz y secreciones nutritivas de ganado manso para mitigar su angustia inveterada: si, me refiero a la paz. 
Suena a optimismo sin causa, pero esa es precisamente la belleza de la ilusión cuando hay motivos para esperar.

Planta exótica es la paz por estos lares, pero hermosa cuando  florece. Entonces se trasluce en el horizonte un arrebol que conjetura la Arcadia extraviada en las antípodas de la guerra.

Amanecerá y veremos nuevamente el Transmilenio atestado de gente, pero quizás lo apreciaremos con una mirada diferente: acaso traslúcida de esperanza.  Vale la brega.

(créditos foto: el peatón en la Sierra Nevada del Cocuy, Boyacá, Colombia. Foto de Francisco Hernández)

Comentarios

  1. La paz, creo que los hombres no estan educados para ella, paises que la tiene comunidades que la tienen y sin embargo se dejan llevar por falsos idolos con pies de barro.
    Saludos

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    Respuestas
    1. cierto, sólo se tiene conciencia del valor de las cosas cuando se pierden.

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