Mis tres tristes trajes
dispuestos en fila india
como ahorcados sin fórmula de juicio,
cuelgan mis tres tristes trajes.
Penden de ganchos olorosos a pino,
olvidados junto a la corbata Hermès
y la camisa Van Heusen,
desde que renuncié a ser un maniquí de paño.
Allí suspendidos, lucen acartonados,
circunspectos, graves y trascendentes,
como invadidos por la rigidez cadavérica
que les causa mi abandono.
Nos vestimos para la ocasion o....la ocasion nos viste ????
ResponderEliminarGrato leerte
Cariños
en tratándose del trabajo, la ocasión, por fuerza de la convención, nos viste, querida Abu. En mi caso, el traje y la corbata son el overol del letrado.
Eliminar¡¡¡Genial!!!
ResponderEliminarEl titulo engancha y los versos suenan rotundos y llenos de contenido. Ser uno mismo, ajeno a las apariencias.
Un abrazo desde esta orilla.