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Mostrando entradas de octubre, 2016

"Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana"

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(Foto de Rafael Gómez Bedoya) Dice   Alberto Salcedo Ramos que la música nos ayuda a encontrar esos parientes que no nos llegan por vía sanguínea sino a través del sentimiento. Y, en efecto, cuando escucho mis canciones predilectas no puedo menos que   sentir empatía por ciertos personajes tan variopintos que   forman un arcoíris de valores. Así pasa con los colombianos. Somos de muchas índoles; algunos más cerca de la corrección, otros más lejos de ella, pero capaces de sacar lo mejor de nosotros cuando toca. Y ahora si que nos toca hacerlo para que no se extinga la esperanza de vivir en paz. Necesitamos el tesón del temible Pedro Albundia, cuyos remos producían un melódico rugir de hermosa cumbia. Requerimos el valor y la templanza de Jacinto Chiclana, alto y cabal, con el alma comedida, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida. Se precisan el estoicismo y la dignidad del aromo, ese árbol que nació en un rajón por su mala estrella, y en vez d

Los niños siempre nos sorprenden

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(El peatón, basquetbolista en ciernes. Foto familiar por allá en los sesentas) El peatón cuenta que… Los niños siempre nos sorprenden con sus preguntas. Esta mañana escuché a uno que le preguntaba a su mamá a dónde iría si él fuera una silla. Ante esa pregunta tan metafísica, la pobre mujer, perpleja, no supo que contestar. Yo también me quedé pensando en lo que podría responderle al chiquitín, en caso de ser su madre; y sólo hallé la clave en los consejos del maestro Gianni Rodari. Le hubiera respondido, quizás, que el destino de la silla depende de la familia a la que pertenece. Si fuera, por ejemplo, de la familia generosa de los muebles de comedor, iría con su madre, la mesa, su padre, el escaparate, y sus hermanas sillas a un salón cerca de la cocina para compartir los alimentos. Si, por el contrario, fuera la silla de una entidad financiera, no sería una silla sino la pretenciosa banca de un banco e iría a la sala de espera de la institución junto a otras ba

Pequeñas narraciones intrascendentes acerca de la esperanza de vivir en paz

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(Peatón en el barrio de la "Perseverancia", virtud que toca sacar a pasear de vez en cuando. Foto de Alejandro Gómez) El peatón cuenta que... Pasados varios días desde el plebiscito, la ciudad luce aún desconcertada, como el escenario de un tríptico del Bosco. Ya ni el fútbol, paño de lágrimas nacional, suscita emoción entre los transeuntes. Y ante esa desazón, contrasta la imagen de un obrero que taladra con furia inusitada el pavimento de una calle de Bogotá. Es como si quisiera reventar un absceso para drenar la podre que infecta la patria, y mitigar en algo el dolor de la inflamación. Tal es su empeño, que rompe la manguera del martillo neumático. Determinación no le falta al buen hombre, pero quizá su herramienta es inadecuada. Esa misma determinación debemos mantener para defender la paz. No es cosa de un día. Los jovenes están abriendo camino. Contaba mi padre que... En un pueblo de Antioquia, asolado por la sequía de varios meses, e

Santa Paula, mi barrio. O lo que queda de él

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(Cecropia peltata. Un Yarumo como este es lo único que quedó de mi casa en Santa Paula. Foto. www.flickr.com) PEQUEÑAS NARRACIONES INTRASCENDENTES   El peatón cuenta que…   Salvo mejor cuenta de alguna memoria menos precaria que la mía, hace cuarenta y cinco años el barrio de Santa Paula consistía en unas cuantas manzanas construidas entre la calle 108 y la 112, al oriente de la carrera 15. Lo demás eran lotes urbanizables utilizados provisionalmente como potreros donde pastaban vacas indolentes, que sólo se inmutaban al escuchar el pitido del tren del norte que paraba innecesariamente en la estación de Usaquén, quizá por costumbre o tozudez en el cumplimiento del itinerario, pues nunca había pasajeros esperando.   Salvo nosotros, que le poníamos piedras y monedas en los rieles, aguardando escondidos tras los árboles a ver que pasaba. Sin embargo nunca se descarriló el tren, y en cambio si extraviamos muchas monedas.   El potrero era el universo y la calle el ág