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Mostrando entradas de abril, 2016

El negro dueño del son

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El peatón cuenta que……… A las doce del día el centro de Bogotá luce más hermoso. Y no es precisamente por la luz cenital, ya que durante estas temporadas de lluvia capitalina el sol brilla únicamente por su ausencia -frase manida pero acertada en este caso-. Quizá sea la gente. A esa hora comienzan a florecer las puertas de los edificios públicos y de los bancos con las muchachas que salen ruidosamente a comer.  Incluso el funcionario -grave y trascendente- suaviza su semblante a esa hora, tornándolo más humano. Pero ante la ausencia del sol, el calor del trópico va por cuenta del negro, dueño del son. Sentado en un costado del Museo del Oro, en el Parque Santander, el dueño del son golpea el adoquín con un palo de escoba, haciendo música con el delicioso ritmo que le brota de las entrañas.  ¡Cómo toca la clave el negro, dueño del son!, ¡Cómo tararea la guaracha ese negro, dueño del son! A 2.600 metros de altura, lejos del mar, toca y canta el dueño del

Y sin embargo reímos

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Cuando escucho esta hermosa canción de Aterciopelados, se me ocurre pensar que es el compendio de nuestra colombianidad. Me explico: a la mayoría de los colombianos nos ocurren cosas terribles, pero en lugar de optar por la desesperación, abrimos la puerta de emergencia de la risa, acaso una particular manifestación de la esperanza frente al absurdo.

Mis tres tristes trajes

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En el armario de mi cuarto, dispuestos en fila india como ahorcados sin fórmula de juicio, cuelgan mis tres tristes trajes. Penden de ganchos olorosos a pino, olvidados junto a la corbata  Hermès y la camisa  Van Heusen , desde que renuncié a ser un maniquí de paño. Allí suspendidos, lucen acartonados, circunspectos, graves y trascendentes, como invadidos por la rigidez cadavérica que les causa mi abandono.

Lola, la almojabanera

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¿Quién es esa mujer que repite cada día  el milagro de la multiplicación de los panes en una ínfima fracción del planeta? Es Lola, la almojabanera , por buen nombre Dolores. Y a pesar de su gracia, el espíritu más alegre de toda la galería. Con sus manos regordetas y tostadas, como almojábanas recién horneadas, acomoda en la precaria vitrina su mercancía.  Mientras me sirve un vaso de avena helada se le escapa un rizo cimarrón de la cofia. Ella se apresura a retirar de su frente el pelo montaraz con los nudillos de la otra mano y me obsequia, de ñapa, una sonrisa. La mujer, guapa, robusta y entrada en sazón, habla duro y putea con ganas a los patanes de la plaza de mercado que la llaman solterona. Se pelea a gritos con la marchanta de la revueltería* por unos centímetros cuadrados de espacio, y con la muchacha de las flores por unos cuantos piropos procaces. Todo en ella es excesivo, hasta la belleza.  Lola ha de tener en su cuartito de pensión –e

La indignación nuestra de cada día

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( Foto de El Espectador) "No toleraremos indignante trato a niños": Santos sobre video en el que menores posan con plato de comida Una docente decidió hacer pública la grabación en la que los niños son obligados a posar con un plato que no comieron, y en contra parte reciben un patacón en la mano con trozos de carne. Indignación despertó este jueves un  video que fue publicado en las redes sociales  en el que se observa una fila de niños del  colegio Sagrado Corazón de Aguachica,  Cesar, posando con un plato de comida que nunca probaron y que en cambio, recibieron un pedacito de patacón con trozos de carne servido en su mano. El Espectador, 1 de abril de 2016 El pan de cada día en este país (digno de mejores dirigentes) es la corrupción. Ya sea servido, literalmente, y de manera indigna en las manitos de los niños del colegio Sagrado Corazón de Aguachica Cesar, como lo denunció la valiente profesora (que Dios proteja de la retaliación del contratista),