Los puntos susp......versivos



En el reino de las líneas, los puntos eran vistos con desconfianza. Y era natural, pues las líneas, siempre organizadas como una sucesión continua, grave y trascendente de puntos en una sola dirección inexorable no podían tolerar que existiesen puntos fuera de control. De manera que en la patria lineal, los diferentes puntos de vista eran inaceptables, ya que pecaban contra la homogeneidad y perfección de las líneas de conducta. Otro tanto sucedía con los puntos de reunión que eran considerados subversivos, más aún cuando se pasaban de la raya, (que es de la misma estirpe de la línea, sólo que con funciones policivas para delimitar las propiedades, las fronteras y los comportamientos inapropiados). Tampoco era lícito coincidir en algunos puntos con los puntos excluidos del debate; y estaban proscritos los puntos de fuga, a los que se aplicaba con frecuencia la ley del mismo nombre.

Se trazaban lineamientos para fijar el destino inmutable de los puntos que renunciaban a su individualidad para someterse a la seguridad y estabilidad que les brindaba la línea del establecimiento, de modo que estaba expresamente prohibido poner los puntos sobre las íes o ir directamente al punto. Entretanto se amaestraban los puntos suspensivos para que aprendieran a juntarse estrechamente en la misma dirección hasta formar una línea sin discernimiento; y a todo aquel que no accediera, le ponían punto final.

Pero estaban también los puntos de encuentro a donde acudían clandestinamente los puntos de apoyo que eran los más puntuales y solidarios; las que estaban en su punto, y las más dulces que estaban a punto de caramelo. Llegaban de uno en uno y a veces de dos en dos puntos: acudían asimismo los puntos de merengue, los más delicados; y también los puntos de partida de la mano de los puntos de referencia, los más orientados; y el punto y coma, coma que coma, alias el gordo, por más señas. Y eran tantos los puntos reunidos desordenadamente, a tal punto que, punto por punto, formaron una pelota gigante con la que metieron un gol en el rectángulo perfecto, inmutable, grave y trascendente formado por las líneas de acción, que al final no pudieron atajar una avanzada tan puntual.

Créditos de la foto: www.morguefile.com


Nota: Tuve la oportunidad de escuchar hace poco, en boca de un cuentero, un excelente relato llamado PUNTOS & CIA. del escritor J. Castaño, escrito hacia 1.987 según refirió el narrador. Sorprendentemente, el mío, escrito mucho después que el de Castaño (que yo desconocía completamente), tiene algunas (muy pocas) coincidencias con el de aquel, aunque los enfoques de los dos cuentos son completamente diferentes. Pero es que el tema de los puntos se presta para un encantador juego de palabras, que ambos encontramos en diferentes filones: el mío por el lado de las líneas de conducta; el de aquel, por el lado de la industria de los puntos.

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