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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Pequeñas narraciones intrascendentes XIII

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El peatón cuenta que... I No me inspiran respeto el uniforme, ni la sotana, ni la corbata "Salvatore Ferragamo" . Pero cuando pasa el tren de la sabana por la avenida Ciudad de Quito con su locomotora centenaria resoplando, siento un estremecimiento reverencial que me induce a saludarlo con un torpe gesto militar que el conductor, condescendiente, me responde con su gorra tiznada de hollín, como si conociera desde siempre mi corazón de ferroviario. II Por las ventanas del bus destartalado se asoman las caras luminosas de los niños, cautivos en la panza del endriago de lata. El monstruo bufa y exhala su aliento negro, tal si fuera el último estertor. Entonces los niños, aturdidos, se estremecen, como intentando escapar por las heridas de un dragón agonizante. créditos fotos: www.flickr.com, wikipedia, www.turistren.com.co

¿Cuánto vale un Ferrari en Colombia?

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Hace unos días culminó el XII Salón Internacional del Automóvil de Bogotá. Un amigo conocedor de mi fascinación pueril por los carros tuvo a bien convidarme a la exposición. No obstante, como yo sabía que la invitación era a la “americana”, esto es, cada uno pagando su entrada, la decliné, pues no estaba dispuesto a gastar lo que valen cuatro corrientazos –almuerzos populares- en un evento tan presuntuoso. Sin embargo el buen hombre, después de criticar mi tacañería, me extendió una de las dos invitaciones VIP que había conseguido para que lo acompañara. Y allí estuvimos el sábado 13 de noviembre admirando esos juguetes costosos con la tranquilidad del voyerista que no aspira a poseer, sino únicamente a deleitarse en la contemplación de esa combinación perfecta de belleza, poder y tecnología que tienen los autos deportivos de pura raza. Porque, en efecto, mi gusto por los carros se limita a conocer todo sobre aquellos que me atraen sin que me trasnoche la frustración de no po

Guía zurda de Bogotá X

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(Peatón cosmonauta en el Planetario Distrital. Foto de Rafael Gómez B.) El Planetario Distrital: Un OVNI petrificado en el Parque de la Independencia Si se mira detenidamente hacia el cosmos proyectado en la cúpula de concreto, se advertirá a simple vista que Júpiter no guarda proporción con los demás planetas del sistema solar. Luce como el grandulón insípido del curso. Sin embargo, uno percibe con alborozo que su gran mancha roja es más hermosa que la ilustrada en el libro de geografía del quinto grado. Pero he aquí lo más prodigioso: contrariando los cálculos de abstrusos científicos, una mosca astronauta demora tan sólo cuatro segundos en recorrer las cinco unidades astronómicas que separan a Júpiter del Sol en el recinto y, ¡cosa increíble!, no se quema. En el domo intemporal del Planetario Distrital anochece y amanece varias veces en menos de cuarenta minutos, de manera que cuando acaba la función, es como si uno saliera a la calle algunos días después, más v

Cine novel en el teatro Leonardus

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El próximo viernes 19 de noviembre a las 6:30 p.m . se presentarán en el Teatro Leonardus de Bogotá (Cra.21 No.127-23) los mejores proyectos del 2.010-1 de la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia . Entrada gratis (cupos limitados). Se compartirá una copa de vino al final de la presentación. Los esperamos. Echen a rodar la bola peatones. Mayor información: 320 6936312 / 300 4144794 / 314 2345019

Pequeñas narraciones intrascendentes XII

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XILOESPERATOR El peatón cuenta que... En el Museo Geológico Nacional de Bogotá tienen expuesto un “Xilopalo”. Es el tronco de un árbol petrificado que, como todos los de su especie, murió de pié. Único ejemplar de un bosque sepultado hace más de cien millones de años en algún lugar de los Andes. Tal vez un alud producido por el deshielo primigenio facilitó el tránsito sosegado de sus células vegetales hacia la materia inerte. Es el epítome de la dignidad, y de la paciencia. A su lado han puesto recientemente -por no encontrar otro lugar más propicio- un “Xiloesperator”. Es el cuerpo petrificado de un jubilado que, como su nombre lo indica, murió de pié esperando en la oficina del Seguro Social el reconocimiento de su pensión. Acaso los engorrosos e inauditos trámites burocráticos catalizaron su mineralización, reemplazando con sustancia inorgánica las células que alguna vez conformaron la esperanza, manteniendo intactas, ¡Ay!, que ironía, las características más sutiles de su