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Mostrando entradas de 2019

Sastrería literaria: palabras a su medida

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Como en el cuento sin moraleja de Cortazar, en Colombia hubo un hombre que vendía discursos, sentencias filosóficas y humorísticas, "consignas, eslóganes, membretes y falsas ocurrencias" En efecto, Ci-Mifú, por buen nombre Enrique Aguirre López, fundo en los años setentas del siglo pasado su Fabrica Nacional de Discursos con el fin de atender la demanda de palabras para oradores faltos de inspiración. Se dice que este periodista y humorista antioqueño escribió desde entonces y hasta su muerte, en 2004, más de diez mil discursos entre campañas políticas, posesiones, grados, matrimonios, condecoraciones y lanzamientos de productos comerciales. Que yo sepa no dejó descendencia profesional, de suerte que su fábrica sin chimeneas (para usar la manida frase de los empresarios hoteleros) se quedó sin dolientes y desapareció sin pena ni gloria. A decir verdad, habría querido apañarme el nombre de su empresa para continuar con el negocio de la palabra a destajo, de la inspiraci

Libro subversivo

Por: H. Darío Gómez A. En una silla vacía en medio de la estridente sala de espera del aeropuerto internacional José María Córdova de Rionegro, en Antioquia, se encuentra un libro. Bajo las luces blancas del techo, los viajeros acomodan sus bártulos en las mochilas famélicas para que sean admitidas abordo en los vuelos de bajo costo. Más luces, esta vez de los anuncios de Burger King, Juan Valdéz, Pastelería Astor, en fin, almacenes de artesanías como última opción para no llegar con las manos vacías, tableros esotéricos que anuncian los vuelos, y el libro ahí, terriblemente solo entre esa comunidad de bípedos errantes que comienzan a mirarlo con desconfianza. Quizá su dueño lo olvidó a causa del afán, pero esa hipótesis no convence al público paranoico del aeropuerto que revisa permanentemente sus mensajes de whatsapp. Una dama que ha pasado varias veces frente a la silla vacía lo ve de reojo y comenta algo a su acompañante; el hombre sentado al lado del libro,

Circo sin nombre

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Conocí el circo cuando cumplí nueve años.  “Tihany” , así se llamaba el circo que erigió su campamento de tres pistas con un aviso luminoso (como de casino de Las Vegas), en un baldío de la carrera séptima con calle veinticuatro, en el barrio Las Nieves de Bogotá, donde subsiste un estacionamiento que los domingos se convierte en el  “mercado de pulgas de San Alejo” .   Tengo la impresión de que no fue un espectáculo extraordinario para mi alma infantil,  ya que sólo me quedaron recuerdos caliginosos de bailarinas con trajes diminutos y penachos multicolores, y de unos payasos que realizaban su número en un pequeño auto convertible, con un telón de fondo donde proyectaban una película de persecución de carros, como en las comedias de Buster Keaton ,  mientras ellos salían y entraban con torpeza del vehículo, reemplazando alternativamente al conductor  (dueño de una enorme nariz de tomate y con zapatones verdes) que huía a brincos por la pista llevando en su mano

PONTE SALSA EN DOMINGO*

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(*)Programa institucional de COMFAMA y la emisora LATINA STEREO de Medellín. Foto de H. Darío Gómez A. Por: H. Darío Gómez A. En 1938, cuando la Compañía de Jesús le compró a la Gobernación de Antioquia el edificio donde se levanta la iglesia de San Ignacio, en el centro de Medellín, nadie hubiera imaginado que el claustro neoclásico edificado a continuación de una de sus naves laterales (para alojamiento de los estudiantes del colegio y "a la mayor gloria de Dios"), se convertiría 80 años después en un bailadero dominical de salsa brava. A decir verdad, desde que COMFAMA adquirió el edificio del Colegio San Ignacio para prestar servicios a sus afiliados y a la comunidad, los domingos del claustro son más animados.   Los ejercicios espirituales realizados con rigor militar por los novicios jesuitas durante sus caminatas vespertinas quedaron en la historia. En efecto, hoy en día, los domingos de dos a cuatro de la tarde la salsa se toma el salón principal del

El Narval, unicornio de mar.

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(Fotos de H. Darío Gómez A. Lámina de las chocolatinas Jet edición de los años setenta del siglo XX) Dice la mitología que el Narval es un "mamífero cetáceo que vive en las regiones árticas". Sostiene asimismo la creencia popular, que "el macho posee un largo colmillo en espiral que utiliza para luchar por las hembras"; que es "pariente de los delfines y se alimenta de calamares". ¡Qué disparate! Nadie, que yo sepa, ha visto un Unicornio de mar en esas latitudes. En cambio ha sido encontrado en cautiverio, en una lámina de chocolatina Jet, atrapado por más de cuarenta años entre las páginas de una novela de Emilio Salgari. Su dulce olor a chocolate puede durar una eternidad y dos días más. Suele utilizarse para marcar la página  de una lectura interrumpida.   H. Darío Gómez A.

"PATESCAUT", fanzine insolente y creativo.

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Por: H. Darío Gómez A. Editorial Patescaut es una curiosa palabra que evoca la infancia de quienes fuimos niños en la Bogotá de los años setentas del siglo pasado; no figura en el diccionario ni siquiera como un colombianismo, y acaso esté condenada a desaparecer cuando muera el último de esos mocosos o desaparezca la única sobreviviente de aquellas niñas setenteras. Pero mientras eso sucede, la palabra en cuestión es como un santo y seña que alguien suelta al desgaire en una conversación, y cuando el interlocutor la escucha, se produce un reconocimiento, una complicidad entre pares. Porque Patescaut es eso, complicidad. Mas, ¿cómo definir de manera concreta dicha palabra? Sin pretender emular a doña María Moliner (ni más faltaba), podríamos arriesgar la siguiente definición: acción de entrelazar alguien los dedos de sus manos con las palmas hacia arriba para que otra persona ponga su pie sobre ellas, empujándola, para ayudarla a subir. Patescaut si

130 años de "La Edad de Oro"

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 (Foto de H. Darío Gómez A.) Por H. Darío Gómez A. Este mes se cumplen 130 años de la primera edición de “La Edad de Oro”, quizá la primera revista infantil de América Latina. Su redactor, Don José Martí, la fundó en julio de 1889 durante su exilio en Nueva York. Martí, hombre de ideas libertarias y pensador extraordinario, autor de ensayos políticos que influyeron en la independencia de su patria (Cuba), tuvo, sin embargo, tiempo para   escribirles a los   niños. Demostró con sus buenas letras, para beneplácito de Montaigne, que el ensayo también es un género literario y por qué no, una forma amena de relatar la ciencia, la cultura y las antigüedades. Solo un hombre excepcional como él pudo entretejer su actividad revolucionaria con la aventura de hacer llegar su prosa exquisita a la infancia de un continente en formación. Supo trabajar por el presente dejando sentadas las bases del futuro. Martí fue consecuente con sus mentores intelectuales que, como Waldo Emerso

CRÓNICAS DE CAFETÍN

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(Foto de H. Darío Gómez A.) II- La vendedora de “rifas exclusivas.” Esta mujer que entra al cafetín con el jardín puesto no es una copera, pero ejerce el comercio en su mismo entorno laboral. Ciertamente “Mi Viejo Alemán” es su fuente de clientes cautivos, y esto último se afirma en sentido literal. De manera que la vendedora de “rifas exclusivas” atiende a sus anchas en las mesas del lugar.   Hacia las seis de la tarde la muchacha inicia su jornada laboral con una escandalosa entrada al cafetín.   En efecto, su cuerpo curvilíneo, como el de la Venus de Rubens, causa alboroto en la estancia cuando los asiduos voltean a mirar,   todos a una y sin pudor, las redondeces que adornan su vestido ajustado. El perfume de flores que rezuma la mujer cautiva de inmediato a los clientes, casi todos de la tercera edad. Don Fabio, el embolador, mientras brega por lustrar mis botas de cuero graso, adivina la curiosidad en mi rostro y dice, sin necesidad de preguntarle,

Manual de uso de Facebook para padres intensos

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(Peatón cosmonauta. Foto de Rafael Gómez B) Una explicación no pedida, como se sabe, es la aceptación de una culpa. Sin embargo, no es mi culpa tener una hija, que es la luz de mis ojos, viviendo a cuatro mil kilómetros de distancia. Tampoco lo es que la red social de Facebook se haya convertido en mi mejor aliada para sentirla cerca. Si hay en ello alguna actitud reprochable, habría que achacarla al hecho de ser un padre intenso. Siendo así las cosas, acepto mi culpa en aras del cariño paternal. Como sea, lo cierto es que a juicio de mi retoño hago uso indiscreto de tal herramienta informática. Parece, además, que teniendo la oportunidad de oro para opinar sobre sus  fotos, ocurrencias y actividades cotidianas, mis comentarios y  likes  son vistos por ella como una atrevida intromisión de carácter generacional. El Facebook abre canales de comunicación masiva,  propicia actitudes, genera tendencias (para bien o para mal, como dice el bolero), promueve

Ataúd comunitario

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Por estos días se presenta en el parqueadero de Unicentro una exposición algo perturbadora para mi sensibilidad de peatón. Bajo el sugestivo nombre, "Bodies" (cadáveres, según la tercera acepción del diccionario Oxford, acaso la más acertada para el contexto), el espectáculo exhibe los cuerpos embalsamados de seres humanos que, a diferencia del museo de cera de madame Tussauds, son de verdad. Como quien dice, seres de carne y hueso, o mejor, seres de músculos, tejidos óseos, nervios y tendones inertes pero inmortalizados con una técnica novedosa que resalta las texturas, ya no digamos para servir a la educación de galenos imberbes y abogados criminalistas, sino para solaz de los diletantes que cuentan con dinerillo para pagar la entrada.  Entonces me puse a pensar que algo en plata vale el cuerpo después de muerto, más todavía en este país donde la vida no vale nada o casi nada. Recordé asimismo que hace veinticinco años el país se escandalizó con la noticia

El viajero impenitente.

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Por: H. Darío Gómez A. C omo se sabe, el viajero es una criatura singular. Es un explorador por naturaleza; un animal ubicuo que no forma parte del paisaje pero lo modifica, aunque, hay que decirlo, no siempre para bien. Lo cierto es que desde antiguo ha habido grandes viajeros: un tal Heródoto de Halicarnaso que exploró las tierras de Egipto donde afirmó haber visto animales sin cabeza y los ojos en el lomo; Fa-Hian, un monje chino que encontró en las nieves perpetuas de Afganistán, al occidente del imperio, dragones viperinos y otros animales fantásticos; o bien el legendario Cosmas Indicopleustes, marino de Alejandría, que demostró en su “Topografía cristiana del universo” , sin error aparente, que la tierra es cuadrada a despecho de nuestros cosmógrafos de hoy, descreídos e impíos como sus satélites fisgones; y Solimán, mercader de Basora, que pescó en el mar de Omán un escualo en cuya panza halló otro más pequeño que a su vez se había tragado o

Tiempo de morir, un verdadero western.

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(Foto de www.proimagenescolombia.com) "Por más caro que sea un hombre, no puede costar más que eso" Juan Sáyago refiriéndose a los dieciocho años de cárcel que pagó – “uno detrás de otro” -  por la muerte, en un duelo, del padre de los hermanos Moscote. Aceptar públicamente que adoro los filmes de vaqueros y que, en cambio, la gran obra de García Márquez (salvo sus reportajes, algunos cuentos y todos sus guiones) no me trasnocha, resulta políticamente incorrecto en esta, mi patria boba, donde la unanimidad en ciertos temas es endémica. Superada esa circunstancia tan banal, debo manifestar con la misma contundencia, mi gusto por la película "Tiempo de morir". Quizá por eso, por tratarse de pistoleros, el guión de la película en cuestión, escrito por nuestro Nobel de literatura y aderezado de manera estupenda con diálogos de Carlos Fuentes, me encanta. La historia de García Márquez tiene todas las trazas de un western. Los puristas del