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Mostrando entradas de octubre, 2011

Justa Panamericana vs justa electoral

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Los domingos suelo practicar baloncesto entre las diez de la mañana y las doce del día. Acto seguido, me doy un baño reparador y luego echo en la cama mis sufridos huesos para que descansen de su pesada carga (110 kilos) de grasa, músculos, nervios, arterias, órganos y tendones. En momentos como ese comprendo en toda su profundidad las palabras de Groucho Marx -citando a Harpo el jueves o a Chico el martes-, cuando afirma que: “No vale la pena hacer nada que no puedas hacer en la cama” Pero ayer hubo elecciones regionales en Colombia, es decir, comicios para escoger  a 32 gobernadores, 1.103 alcaldes, incluido el del Distrito Capital, y no sé cuantos diputados y concejales que habrán de darnos ejemplo de probidad y servicio -perdonen la ironía pero me atraganto si no la digo-. De modo que madrugué a votar con la certeza de que mis candidatos no iban a ganar, justamente por ser competentes, bien intencionados, horros de codicia y ajenos a las maquinarias electorales. Con

El venezolano

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(A propósito del remoto y absurdo conflicto entre colombianos y venezolanos, tema que de vez en cuando ventilan los medios a falta de peores noticias) ¨Nadie más adecuado que un Venezolano para prologar un libro de amor a Colombia……En estos desquiciados tiempos los periódicos suelen hablar con malvada ligereza de una posible guerra entre Venezuela y Colombia…… Nunca, repito, tendrá lugar esa pelea fratricida que los consorcios petroleros y los fabricantes de armas apetecen…¨ Miguel Otero Silva, Caracas, 1.975 A los diez años de edad todo en la vida nos resulta extraordinario. Una ciudad desconocida, el tipo nuevo de la clase, los vecinos recién llegados, o bien un nuevo amigo; mas aún si es extranjero. Durante las vacaciones de mitad de año del 72 conocí a Alonso en el barrio La Magdalena de Bogotá, donde yo vivía. Era un niño de mi edad, mirada apacible y acento musical. En los columpios del parque Brasil nos observamos con desconfianza, pero

Electojáfora jitanral

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(Parque del Country, Bogotá. Foto de H. Darío Gómez A.) Por: H. Darío Gómez A. (A propósito de la próxima jornada electoral en las regiones) Vayan a cotar en voro por el cabo prondidato; que mor ví gote hasta el pato pa` alcaner un buen telde. No voperdicien su desto catableciendo a los rescos; no belijan a reellacos o su seto vorá en balde. (Traducción libre del esperanto arcaico vociferado en las tierras boreales del trópico austral) JITANJÁFORA ELECTORAL Vayan a votar en coro por el probo candidato; que por mí vote hasta el gato pa´tener un buen alcalde. No desperdicien su voto restableciendo a los cacos; no reelijan a bellacos o su voto será en balde.

Realización de saldos

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Por H. Darío Gómez A. Hoy subasto mis posesiones ilusorias en pública almoneda. Vendo, si es que todavía la conservo, una enciclopedia autista con profusas definiciones sobre todo, e inútiles certezas sobre nada. Negocio, si alguien quiere comprarlo, el terror atrapado en las páginas de la historia patria, y la oscuridad que lleva encima como eterna noche boreal. Liquido igualmente mis discos de jazz: tóquenlos si los van a comprar. Y si los compran, tóquenlos si los van a transfundir a los sentidos; o, si no, no. Regalo un telescopio con pocas constelaciones vistas, y un par de mujeres atrapadas para siempre en su lente atormentada por la cercanía imposible. Despacho, con provechosa pérdida, un colchón relleno de cansancio y espuma como mis proyectos inconclusos. Realizo asimismo otras pertenencias intangibles, igual que los sueños: poemas enredados en los textos mancillados de un devocionario, candorosas imitaciones de Chagall imaginada

“ANIMOSUCCIÓN”

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(Escultura de Botero en el Museo de Antioquia, foto de H. Darío Gómez) En reciente publicación restringida al honorable cuerpo médico, el Doctor Elías Foncelet ha expresado temerarias declaraciones tendientes a desvirtuar los beneficios terapéuticos y estéticos de la “liposucción” en el tratamiento de la obesidad. Es más, se ha atrevido a calificar de anodino tal procedimiento que, en su concepto, sólo contribuye a la producción masiva de estrías y frustraciones. El problema de la gordura, asegura, no está en los tejidos adiposos, sino en las células del alma. Basado en los principios de la medicina hipocrática, especula que si los átomos del alma son redondos y lisos como afirmaba Demócrito, -hipótesis que dice haber confirmado-, tales atributos propician una reacción en cadena cuando alguno de los cuatro humores del cuerpo humano – sangre, flema, bilis negra y amarilla- resulta estimulado por la acción de sentimientos de amor, odio, soberbia o perfidia según el temp