(Librería Buchholz, años 60s., Bogotá, Colombia) Sin más ni más se fueron apagando las luces de la sabiduría en Bogotá. Y como la cultura no tiene muchos dolientes en nuestra, dizque “Atenas” suramericana, pocos se percataron de la desaparición de las librerías emblemáticas de la ciudad. Vivimos en una ciudad relativamente joven, atacada con precocidad, como los lotófagos, por la enfermedad del olvido. Una urbe poseida por las contracciones nerviosas producidas por la incertidumbre y los juegos de azar –no en vano hay un casino en cada esquina-. Pero librerías… quedan muy pocas. Sobreviven por fortuna la Central –fundada por el sabio austriaco, Hans Ungar, alma bendita-, la Mundial, de mi amiga, la señora Gaitán , la Lerner, Luvina, San Librario, Alejandría, Biblos, la Nacional, FCE y otras dos o tres. Muy pocas, en todo caso, para una ciudad de casi nueve millones de potenciales lectores. Y ni que hablar de los libreros: partió hace unos años d...