Pequeñas narraciones intrascendentes XXVII
El negro, dueño del son El peatón cuenta que……… A las doce del día el centro de Bogotá luce más hermoso. Y no es precisamente por la luz cenital, ya que durante las temporadas de lluvia capitalina el sol brilla únicamente por su ausencia -frase manida pero acertada en este caso-. Quizá sea la gente. A esa hora comienzan a florecer las puertas de los edificios públicos y de los bancos con las muchachas que salen ruidosamente a comer. Incluso el funcionario -grave y trascendente- suaviza su semblante a esa hora, tornándolo más humano. Pero ante la ausencia del sol, el calor del trópico va por cuenta del negro, dueño del son. Sentado en un costado del Museo del Oro, en el Parque Santander, el dueño del son golpea el adoquín con un palo de escoba, haciendo música con el delicioso ritmo que le brota de las entrañas. ¡Cómo toca la clave el negro, dueño del son!, ¡Cómo tararea la guaracha ese negro, dueño del son! A 2.600 metros de altura, lejos del mar, toca ...