"Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana"

(Foto de Rafael Gómez Bedoya) Dice Alberto Salcedo Ramos que la música nos ayuda a encontrar esos parientes que no nos llegan por vía sanguínea sino a través del sentimiento. Y, en efecto, cuando escucho mis canciones predilectas no puedo menos que sentir empatía por ciertos personajes tan variopintos que forman un arcoíris de valores. Así pasa con los colombianos. Somos de muchas índoles; algunos más cerca de la corrección, otros más lejos de ella, pero capaces de sacar lo mejor de nosotros cuando toca. Y ahora si que nos toca hacerlo para que no se extinga la esperanza de vivir en paz. Necesitamos el tesón del temible Pedro Albundia, cuyos remos producían un melódico rugir de hermosa cumbia. Requerimos el valor y la templanza de Jacinto Chiclana, alto y cabal, con el alma comedida, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida. Se precisan el estoicismo y la dignidad del aromo, ese árbol que nació en un rajón por su mala estrel...