Imprecación a una estatua
               (Busto en el Parque del Brasil, Bogotá. Foto de H. Darío Gómez A.)           Por: H. Darío Gómez A.     Durante el verano el  sol recalentará tus broncíneas entrañas, sin la esperanza  de un amigo  copudo y sombrío que mitigue tu incendio interior. Querrás gritar  por  un sorbo de agua, pero tu boca metálica no podrá musitar la súplica.      Palomas  impenitentes dejarán sus ofrendas húmedas sobre las cuencas vacías de  tus ojos, chorreará su materia esotérica sobre el rictus grave y  trascendente de tu dignidad  de prócer.      Al llegar el invierno  la lluvia  no aplacará tu sed, pues el agua resbalará por tu rostro sin  quedarse, sin que puedas sacar la lengua para atrapar unas gotas de  vida.      Y tendrás que  soportar durante las gélidas noches las evacuaciones corporales de los  vagos. Tullido por el frío  no podrás hacerles el quite. Los grafitis  envilecerán la piedra que sostiene tu rancio abolengo, y treparán  abyectos roedor...