Agradecimiento necesario

Los seres humanos somos desagradecidos por naturaleza. En el mejor de los casos recordamos -de vez en cuando- dar gracias a Dios o al prójimo en su nombre, por los favores recibidos. En cambio olvidamos con frecuencia agradecer a los demás seres vivos y aun a los objetos inertes las pequeñas alegrías que nos suscitan desinteresadamente para mejorar nuestra existencia. Desde luego hay unos pocos congéneres que reconocen el bienestar que nos proporcionan las cosas por su valor de uso, sin tener en cuenta su valor de cambio. El tuerto López entre ellos: este vate cartagenero se tomó el trabajo de manifestar en uno de sus poemas el cariño por sus zapatos viejos. Los demás, insisto, somos naturalmente desagradecidos. Yo, por ejemplo, le debo agradecimiento especial a una mata de uchuva que brotó “espontáneamente” en mi antejardín. Acaso un pájaro frutero transportó la semilla en su pico goloso o llegó camuflada en un cajón de moras de ...