El Hombre de la represa
Nadie sabía con exactitud desde
cuando trabajaba el hombre para la represa. Se sabía, eso sí, que era el
dependiente más antiguo, que vivía, literalmente, pegado a su puesto de
trabajo y que sus funciones eran totalmente desconocidas. Con el correr del
tiempo la represa evolucionó en magnitud y tecnología, pero ninguna
administración se preocupó por conocer la naturaleza de su oficio. Los otros
trabajadores lo llamaban con sorna: “el activo fijo”; acaso se habían
acostumbrado a verlo como parte del mobiliario. Y es que, ciertamente, el
hombre permanecía en su puesto concentrado e inmóvil; se diría que en estado
letárgico de no ser por la rigidez de su expresión.
Así había sobrevivido a muchas
administraciones, hasta que llegó un nuevo gerente, eficiente como una
guillotina, quien preguntó por las funciones del hombre. Como nadie le supo
responder, y además consideraba indigna de su cargo la molestia de preguntarle
directamente al hombre, ordenó su destitución inmediata.
Al hombre le llegó una carta
escueta, impersonal y fría, como suelen ser este tipo de misivas, en la cual le
informaban acerca del retiro inmediato de su puesto de trabajo
habida cuenta de la inutilidad de sus funciones. El hombre leyó la
comunicación, y en su rostro inmemorial se iluminó por primera vez la expresión
del descanso.
-¡Al fin! – dijo el hombre con una voz como salida del fondo de las aguas quietas, pero no dijo más.
Entonces recordó la orden impartida por un ingeniero, desde los tiempos de la construcción de la represa, que le imponía tapar con su dedo índice, hasta nueva orden, una pequeña grieta del dique. Y esa nueva orden por fin había llegado.
-¡Al fin! – dijo el hombre con una voz como salida del fondo de las aguas quietas, pero no dijo más.
Entonces recordó la orden impartida por un ingeniero, desde los tiempos de la construcción de la represa, que le imponía tapar con su dedo índice, hasta nueva orden, una pequeña grieta del dique. Y esa nueva orden por fin había llegado.
El hombre y su dedo índice izquierdo se retiraron del puesto de trabajo con la satisfacción del deber
cumplido. Por la pequeña grieta descubierta se asomó primero un hilo de agua,
luego se dibujó en el dique una gran cicatriz por la que se coló un enorme
chorro ávido de libertad, y finalmente se vino encima toda el agua de la
represa llevándose consigo el dique y el moderno edificio que alojaba las
oficinas administrativas, entre ellas las del gerente, que al final del día no
tuvo tiempo de conocer la naturaleza del trabajo del hombre.
(Créditos fotos: www.morguefile.com)
Precioso el paraje que husmea Kira.
ResponderEliminarMe encantó el relato del hombre de la presa. Ha habido así muchos trabajadores, sencillos, aparentemente inútiles, que laboran en silencio, sin quejarse nunca... y que luego han resultado ser imprescindibles.
He conocido casos en los que reemplazar la eficacia y eficencia de una persona al jubilarse ha tenido que solventarse con el empleo de seis personas y con doble salario.¡No exagero! Posiblemente porque otros se dan más importancia, valoran en exceso su trabajo.
y exigen una contrapartida sustanciosa.
Tu relato tiene una buena moraleja y está muy bien escrito.
Un abrazo.
Gracias, Chela. En efecto, el paisaje bucólico del altiplano cundiboyacense no tiene par.
EliminarUn fuerte abrazo.
Darío: Cuando yo ya no esté por aquí, lo más probable es que se multipliquen las flores de Axotlán( así se llama este pueblo en el que vivo). Ya que por malcriar a los colibrís, estos se dedican a tomar el agua con azucar que le preparo, en lugar de hacer su tarea de polinizar las flores, como debiera ser.
ResponderEliminarAsí que ya verás que en lugar de ser necesaria, soy una mal portada.
Recibe mi afecto de siempre desde hats acá: La tía Ku
Me parece justo, tía, que si se va la flor más hermosa de Axotlán (o sea tú), los colibríes vuelvan a hacer su trabajo repoblando de flores el lugar. Sería su homenaje a la tía viajera.
EliminarDarío: Me gustaría que leyeras, en mi blog, mi relato del mes de mayo. Una de mis compañeras de letras, me dice que lo siente muy "acartonado".
EliminarDe pronto me dio por pensar que ya estoy escribiendo como vieja, aunque hable de gente joven.
En fin, me gustaría saber tu sincera opinión.
Gracias adelantadas, sobrino: Doña Ku
Será un placer visitar tu blog, querida tía virtual.
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