Realización de saldos

Por H. Darío Gómez A.

Hoy subasto mis posesiones ilusorias en pública almoneda.

Vendo, si es que todavía la conservo, una enciclopedia autista con profusas definiciones sobre todo, e inútiles certezas sobre nada.

Negocio, si alguien quiere comprarlo, el terror atrapado en las páginas de la historia patria, y la oscuridad que lleva encima como eterna noche boreal.



Liquido igualmente mis discos de jazz: tóquenlos si los van a comprar. Y si los compran, tóquenlos si los van a transfundir a los sentidos; o, si no, no.

Regalo un telescopio con pocas constelaciones vistas, y un par de mujeres atrapadas para siempre en su lente atormentada por la cercanía imposible.

Despacho, con provechosa pérdida, un colchón relleno de cansancio y espuma como mis proyectos inconclusos.

Ferio asimismo otras pertenencias intangibles, igual que los sueños:
poemas enredados en los textos mancillados de un devocionario, candorosas imitaciones de Chagall imaginadas con crayones, fotos de carné con falsa dedicatoria: “esta copia para tu billetera; el original para tu corazón”

En fin, realizo efectos de poca monta, cosas fuera del comercio, boberías difíciles de vender, aun con provechosa pérdida.

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