Libro subversivo


Por: H. Darío Gómez A.


En una silla vacía en medio de la estridente sala de espera del aeropuerto internacional José María Córdova de Rionegro, en Antioquia, se encuentra un libro. Bajo las luces blancas del techo, los viajeros acomodan sus bártulos en las mochilas famélicas para que sean admitidas abordo en los vuelos de bajo costo. Más luces, esta vez de los anuncios de Burger King, Juan Valdéz, Pastelería Astor, en fin, almacenes de artesanías como última opción para no llegar con las manos vacías, tableros esotéricos que anuncian los vuelos, y el libro ahí, terriblemente solo entre esa comunidad de bípedos errantes que comienzan a mirarlo con desconfianza. Quizá su dueño lo olvidó a causa del afán, pero esa hipótesis no convence al público paranoico del aeropuerto que revisa permanentemente sus mensajes de whatsapp. Una dama que ha pasado varias veces frente a la silla vacía lo ve de reojo y comenta algo a su acompañante; el hombre sentado al lado del libro, aludido por las miradas inquisidoras, se aleja del adminículo sospechoso, como para que no lo relacionen con él. Un viajero con iniciativa decide avisar a las autoridades del aeropuerto sobre la cosa amenazante, el libro. A partir de este momento comienza a recrearse la distopía de Ray Bradbury: llega un funcionario de la Aeronáutica Civil en compañía de dos policías, que, como los bomberos de “Fahrenheit 451”, se acercan con cautela al libro subversivo para neutralizarlo. Última llamada para el vuelo VH8172 con destino a Bogotá. ¡Qué vaina! No me puedo quedar para ver el final del culebrón. ¿De qué trataría el libro?, ¿alguien alcanzaría a memorizarlo antes de su destrucción?

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