Juego de palabras
Yo,
francamente, supe hasta hace pocos años que el juego de palabras que utilizaba mi padre por chacota, para ponernos
a pensar, se llama jitanjáfora. Es una
figura gramatical que trastoca de manera deliberada las palabras para obtener un significado absurdo. Este artificio retórico aprovecha convenientemente el disparate y, en tal virtud, es caro a los niños que lo disfrutan más que la aburrida semántica. Según los entendidos, “una variante de este recurso vanguardista, consiste en alterar la
morfología de las palabras dislocando sus morfemas y pasándolos a otras palabras
adyacentes”. ¡Ah, caramba!
En
nuestra querida patria, un viejito que como estadista fue buen escritor (en su
gobierno perdimos a Panamá mientras el rimaba de lo lindo), por buen nombre José
Manuel Marroquín (1827-1908),
cultivó el juego de palabras en la
modalidad antedicha. De su puño y letra es conocida la siguiente jitanjáfora:
La Serenata
“ Ahora que los
ladros perran,
ahora que los cantos
gallan,
ahora que, albando la
toca,
las altas suenas campanan,
y que los rebuznos burran
y que los gorjeos
pájaran
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan,
y que la aurorada rosa
los extensos doros campa,
perlando líquidos viertas
cual yo lágrimo derramas,
yo, fritando de tirito,
si bien el abrasa almada,
vengo a suspirar mis lanzos
ventano de tus debajas.
Tú, en tanto, duerma tranquiles
en tu camada regala,
ingratándote así, burla,
de las amas del que te ansia.
¡Oh, ventánate a tu asoma!
¡Oh, persiane un poco la abra,
y suspire los recibos
que este pecho exhalo amanta!
Ven, endecha las escuchas
en que mi exhala se alma
y que un milicio de músicas
me flauta con su acompaña.
En tinieblo de las medias
de esta madruga oscurada,
ven y haz miradar tus brillas
a fin de angustiar mis calmas.
Estas tus arcas son cejos
con que, flechando disparas,
Cupido pecha mi hiero
y ante tus postras me planta;
tus estrellos son dos ojas,
tus rosos son unas labias,
tus perles son como dientas,
tu palme como una talla;
tu cisno es como el de un cuelle
un garganto tu alabastra,
tus tornos hechos a brazo,
tu reinar como el de una anda.
Y por eso horo a estas vengas
a rejar junto a tus cantas
y a suspirar mis exhalos
ventano de tus debajas"
Así cantaba Calixto
a las ventanas de Carmen,
de Carmen, que, desdeñosa,
ni aun se acuerda de olvidarle....”
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan,
y que la aurorada rosa
los extensos doros campa,
perlando líquidos viertas
cual yo lágrimo derramas,
yo, fritando de tirito,
si bien el abrasa almada,
vengo a suspirar mis lanzos
ventano de tus debajas.
Tú, en tanto, duerma tranquiles
en tu camada regala,
ingratándote así, burla,
de las amas del que te ansia.
¡Oh, ventánate a tu asoma!
¡Oh, persiane un poco la abra,
y suspire los recibos
que este pecho exhalo amanta!
Ven, endecha las escuchas
en que mi exhala se alma
y que un milicio de músicas
me flauta con su acompaña.
En tinieblo de las medias
de esta madruga oscurada,
ven y haz miradar tus brillas
a fin de angustiar mis calmas.
Estas tus arcas son cejos
con que, flechando disparas,
Cupido pecha mi hiero
y ante tus postras me planta;
tus estrellos son dos ojas,
tus rosos son unas labias,
tus perles son como dientas,
tu palme como una talla;
tu cisno es como el de un cuelle
un garganto tu alabastra,
tus tornos hechos a brazo,
tu reinar como el de una anda.
Y por eso horo a estas vengas
a rejar junto a tus cantas
y a suspirar mis exhalos
ventano de tus debajas"
Así cantaba Calixto
a las ventanas de Carmen,
de Carmen, que, desdeñosa,
ni aun se acuerda de olvidarle....”
Esto de hablar trastocado resulta útil a los políticos
para confundir a sus electores. Quizás el viejito Marroquín ya lo había
descubierto hace más de un siglo. ¿Cuándo tendremos líderes diligentes
y probos?
Quizás cuando los maullos gaten.
Mientras tanto me quedaré acá panoreando el contemplama.
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