¡Ay, Polombia!, este platanal.


Dario%2Bbarba.JPG

Hace unos días comenté en un post de Facebook acerca de la corrupción rampante en Colombia, y producto de la ira contenida, quizás frustración, me referí a nuestra sufrida patria como un “platanal”. No se hicieron esperar las amenazas e insultos, entre los cuales el menos ofensivo con la memoria de mi difunta progenitora fue “apátrida”, acaso queriendo decirme antipatriota. Pero a despecho de los cavernarios, yo también habito la patria que me regaló el lenguaje suficiente para controvertir las verdades absolutas de las mayorías (si es que realmente lo son, porque en las últimas elecciones salió a votar mucho difunto, como quedó demostrado con el destape de otra olla podrida en la Registraduría). De modo que el derecho divino de las “mayorías” no va a impedirme expresar mis opiniones, ni amedrentar mi independencia de espíritu.

Y es que con la gula indecente de los bancos, los especuladores y muchos corruptos  para robar descaradamente, aprovechando las circunstancias de necesidad de la gente, producto del aislamiento preventivo obligatorio, no puede uno menos de maldecir y aún putear a los politiqueros, banqueros y contratistas de este país, corruptos donde los haya. ¡Qué le vamos a hacer!, esas cosas solo pasan en un platanal inviable (así se ofendan algunos), donde el sistema ha establecido una cultura de la pobreza, como la llamaba Oscar Lewis, donde campea la insolidaridad, el clasismo, la violencia  y la precarización del trabajo; donde las instituciones han sido capturadas por los bancos, las grandes corporaciones y los grupos empresariales para legislar, administrar y aplicar justicia en su beneficio, o como nos lo pone de presente el profesor Luis Jorge Garay, se ha producido una cooptación del Estado (la inefable puerta giratoria), todavía más grave, porque es sistémica e implica la infiltración de la institucionalidad democrática por los poderosos; o sea, un platanal. ¡Polombia!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cien años del barrio San francisco Javier de Bogotá, AMDG

De Boyacá en los campos… el tejo, nuestro deporte nacional

Juego de palabras