Reivindicación de la cursilería y la ternura.




La ternura y aun la cursilería nos rescatan muchas veces de la desesperación que produce la realidad, siempre grave y trascendente. Por eso reivindico ambas. Es más, como decía sabiamente Rodrigo Peláez, mi entrañable pariente y amigo: "El que no ha sido cursi en la vida, es porque nunca ha amado"

Y para la muestra tres botones que cosí ahora años:

 LA ARITMÉTICA ES SIMPLE (1.983)

En tu cuaderno de matemáticas
uno mas uno éramos los dos,
y la división de tus onces
no tenía residuo.
La aritmética es simple,
me dijiste un día.
Hoy sólo nos resta
el recuerdo.

S.O.S (1984)

Como era un náufrago alejado de tus trenzas,
durante el recreo puse mi S.O.S. de amor
dentro de una botella de Coca-cola
y la tiré al fondo de tu pupitre.
Cuando la encontraste,
vi tu cara de sorpresa
y la felicidad con que corriste a la tienda del colegio
para cobrar el depósito.
Nunca leíste el mensaje,
sin embargo yo me quedé esperando tu rescate.

ASTRONAUTAS (1.985)

Tu y yo fuimos astronautas
girando alrededor de la vida
en nuestra nave de propulsión sanguínea
como si tal cosa.
Se agotaba el combustible
y optaste por el aterrizaje.
Pero yo seguí girando, girando, girando…

BUS URBANO (1986)

Por las ventanas del bus destartalado
se asoman las caras luminosas de los niños,
cautivos en la panza del endriago de lata.
El monstruo bufa y exhala su aliento negro,
tal si fuera el último estertor.
Entonces los niños, aturdidos, se estremecen,
como intentando escapar
por las heridas de un dragón agonizante.

H.D.G.A.

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