"Y pago porque soy buen jugador"
(Créditos ilustración: "Mr. Oakhurst", de Ronnie Leptowitz, www.wordpress.com)
"Por ridícula que parezca mi
gran confianza en los beneficios de la ruleta, más ridícula aún es la opinión
corriente de que es absurdo y estúpido esperar nada del juego. ¿Y por qué el
juego habrá de ser peor que cualquier otro medio de procurarse dinero, por
ejemplo, el comercio? Una cosa es cierta: que de cada ciento gana uno". Aleksei Ivánovich, El Jugador de F. Dostoievski.
Siento una rara fascinación por el jugador nato. Admiro su inclinación consciente hacia el riesgo, su actitud estoica frente a la fatalidad, su anarquía liberadora, en fin, su tendencia natural a moverse sobre el filo de la navaja. Todo o nada!!!
El jugador, si es bueno, pagará siempre sus apuestas, como en el bolero del boricua Pedro Flores (Amor perdido), aunque le hayan apostado fichas sin valor, y la suerte reversa haya marcado su destino fatal, como en la canción Fichas negras de Johnny Rodríguez, también puertorriqueño.
Mas, a mi juicio, el arquetipo del jugador nato, con sus defectos y virtudes, resulta ser Mr. Oakhurst, el inefable tahúr de “los proscritos de Poker Flat” (Bocetos Californianos de Francis Bret Harte), un sujeto flemático, frío y calculador en apariencia, pero con una nobleza de espíritu digna de mejor causa (como lo demostró con sus actos postreros de solidaridad y valentía), que, habiendo agotado su suerte, decidió acabar su juego vital pegándose un tiro en el pecho, según lo relata de manera impecable el mismo Bret Harte:
“Pero
a la entrada de la garganta, en uno de los pinos más grandes, encontraron un
dos de tréboles clavado a la corteza con un cuchillo de caza. Escrita a lápiz y
con mano firme, podía leerse la siguiente inscripción.
AL PIE DE
ESTE ÁRBOL
YACE EL
CUERPO DE
JOHN
OAKHURST,
QUE DIO
CON UNA RACHA DE MALA SUERTE
EL 23 DE
NOVIEMBRE DE 1850
Y ENTREGÓ
SUS FICHAS
EL 7 DE
DICIEMBRE DE 1850.
Y
helado y sin pulso, con un revólver a su lado y una bala en el corazón, aunque
tan sereno como en vida, yacía bajo la nieve el que había sido el más fuerte y
sin embargo el más débil de los proscritos de Poker Flat”
Ni siquiera tengo claro por qué hago estas divagaciones acerca de un tahúr. Con todo, a pesar de mi temperamento sanguíneo, ¿quién no puede decir que soy un jugador en potencia?, o lo que es mucho peor, ¿que soy un jugador frustrado? Lo cierto es que de alguna manera he apostado, ganado y perdido en el transcurso de mi vida, pero sobre todo, he pagado con creces mis "apuestas". Quizá por eso, hoy miércoles 7 de enero de 2015, al filo de los cincuenta y cuatro años de edad, acaso para exorcizar mis demonios ludópatas, me ha dado por escribir sobre los jugadores natos, por supuesto, sin pretender ser tan proclive a la fatalidad como Mr. Oakhurst.
Vale.
Como algunos otros vicios ,es dañino parah el entorno familiar
ResponderEliminarPero cada uno tendra su derecho a decidir sobre como quiere vivir
Cariños
Muy cierto, querida Martha. Quizá por eso los jugadores natos son solitarios inveterados e impenitentes.
ResponderEliminarMi amigo Arturo Ponce Ripoll escribe lo siguiente para aportar otro extraordinario bolero a mi divagación sobre los jugadores natos: "Saludos Hector Darío: Hay un disco muy diciente del "JEFE" DANIEL SANTOS, que se llama si mal no recuerdo EN EL JUEGO DE LA VIDA, que después uno de jugar con las cartas limpias, termina en el cementerio. Este bolero de la vieja guardia tiene su fondo filosófico. Un fuerte abrazo. Arturo"
ResponderEliminarYo le respondo que, en efecto, es imperdonable mi omisión, y por ello me permito subsanarla incluyendo el bolero en cuestión.
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