Pequeño homenaje a un gran batallador: Wile E. Coyote
Hastiado de nuestra absurda cotidianidad plagada de barbarie y
corrupción, hago un paréntesis caricaturesco, terapéutico y banal, si se quiere, para rendirle el homenaje que le debo hace tiempo al enorme Wile.
Desde que se inventaron las ventas por catálogo, no
conozco un consumidor más sufrido que el pobre Wile E. Coyote de la famosa
caricatura de Warner. Sin embargo, esta víctima propiciatoria del consumismo insensato mantiene una fidelidad a prueba de balas a los
productos de la Corporación ACME. Lealtad digna de mejor causa, pues los
artificios de esa inefable marca han demostrado ampliamente su ineficacia (sobran pruebas), y lo peor, se han constituido en una fuente inagotable
de peligro para la integridad del usuario de marras. Tan extraño caso amerita
un estudio enjundioso por parte de algún gurú del arte de fidelizar clientes. Pero esa es otra historia.
Ahora bien, si pudiéramos volver a clasificar a este cánido cándido en la
zoología caricaturesca, no lo llamaríamos “Carnivorus
vulgaris” como aparece en los créditos del cartoon, ya que, si bien vulgar, el pobre
animal homenajeado no ha probado carne alguna en toda su vida, que yo sepa, sino que tocaría llamarlo “Consumidorum insensatus
vulgaris”, merced a su inexplicable fidelidad a los productos
ACME.
Por otra parte, lo que si causa enorme simpatía entre sus
admiradores es su persistencia en el empeño de cazar al escurridizo Correcaminos, su estoicismo tragicómico frente a la
adversidad. Parece que Wile creyera como Zenón de Citia que todo cuanto le sucede está signado por un destino inexorable
superior a él, imposible de controlar, y que ante el absurdo es preciso mantener una
actitud de imperturbabilidad del alma (cualquier parecido con la realidad es pura caricatura).
Lo cierto es que Wile, con su insensibilidad al dolor y su esperanza firme de conseguir algo de placer mediante el esfuerzo vano (pero esfuerzo al fin), nos enseña la lección de la perseverancia, esto es, que no hay que cejar en el empeño de alcanzar el objeto de nuestro deseo por duras que sean las caídas. Toca, eso sí, ser más inteligente que nuestro héroe en la elección de los medios para alcanzarlo. En todo caso, nunca caer en las trampas de los perniciosos productos de la Corporación ACME que, en la vida real, asimilo a los créditos venenosos de los bancos.
Magnifica presentacion Dario de una sociedad de consumo !!!!
ResponderEliminarEn el "pobre" coyote que si bien no encuentra satisfacer el fin que se porpone, digamos que es un fin mezquino al querer cazar a tan simpatico animalito je je,nos deja esa sensacion que muchos consumidores tienen al verse engañado con grandes promesas
Gratisimo leerte
Cariños
Yo, en cambio, le tengo ojeriza al Correcaminos ese, querida Martha. Y tomo partido por el sufrido Coyote. Un abrazote, amiga.
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