“En el mar no hay ateos, dice un viejo refrán de marinos”
(Créditos foto: autorretato del peatón en una playa ignota)
¿Qué mueve a
un ser humano, animal terrestre por naturaleza, a abandonar la seguridad de la
tierra firme para sumergirse durante semanas en la profundidad del mar a bordo de
una saeta metálica? No hay respuestas concretas. Ni siquiera los
análisis de los sicólogos organizacionales las prefiguran. Sin embargo mi
amigo, el Capitán de Navío Jorge Prieto Diago, excomandante de la flotilla de
submarinos de la Armada Nacional, esboza
una conjetura en el párrafo final de su interesante artículo (de donde tomo el
título de esta entrada) acerca del infortunado siniestro del submarino
argentino ARA San Juan, que comparto con los ilustres visitantes de la Pata al
Suelo.
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enlace encontrarán la publicación:
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