El homo corruptus y el homo faber libidinosus vs el homo sapiens.



El homo corruptus ya había sido prefigurado en textos y códices de oriente hace más de dos mil años. Sin embargo Carlos García lo reivindica en su novela picaresca “La desordenada codicia de los bienes ajenos”, donde resalta la “antigüedad y nobleza de los ladrones”. Gracias a su obra, escrita en pleno siglo de oro español, sabemos que el primer corrupto de la estirpe de los Odebrecht, los Nule, los Besaile, los Ñoños y todos los de su laya fue Luzbel, que intentó escamotearle los poderes al Creador para ser tan poderoso como él, y el segundo fue Adán, que se dejó corromper, seducido por Eva, para apañarse los frutos del árbol prohibido. Según eso, lo natural es el homo corruptus o el homo faber libidinosus, si se quiere (por aquello de la lascivia), y no el homo sapiens. Ahora va a resultar que nuestro inefable Fiscal y el no menos pintoresco abogado Abelardo de la Espriella tenían razón en que la ética no tiene nada que ver con el Derecho y los equivocados éramos nosotros.

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